Josefina mirando al mar

Emilio Sanmamed
Emilio Sanmamed LIJA Y TERCIOPELO

RIBEIRA

CARMELA QUEIJEIRO

27 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El 17 de abril fue enterrada la señora Josefina, del bar Ajudo de toda la vida, conocido hoy como el Illa de Monteagudo. No la conocí personalmente, pero sí conozco a parte de su familia, que me traslada la grandeza de alma de Josefina y puedo entender, a través de sus palabras, que era una grandeza que no empequeñecía a los demás sino que los aupaba en su bondadosa aura.

La imagino como una de esas mujeres que hicieron de Aguiño la tierra que es hoy. Una mujer fuerte que nunca pidió que hicieran demasiado por ella y que, sin embargo, dio todo lo que pudo por los demás. Una mujer buena que narró cuentos a sobrinos y ahijados, los cuidó cuando estaban enfermos, les limpió los mocos, los arropó, les enseñó alguna oración, les secó las lágrimas, les cocinó orejas en carnaval, los acogió en su hogar, los abrazó cuando tuvieron miedo…

Una mujer de Aguiño que miraba el mar y comprendía las penas del corazón del océano, que es como el corazón del hombre. Insondable para quien no sepa mirar. Ella sube al cielo y permanece su mirada sobre la mar, surgiendo en algún atardecer precioso para cruzarse durante un segundo con los ojos de su hermana Lourdes cuando ella mire con suficiente fuerza.

Deja sus huellas en el mar, queda ahora mirando hacia su casa, cuidando de los que se sienten orgullosos de haber disfrutado de su compañía. Josefina mirando el mar, y desde ese mar, Josefina contemplando a los suyos, porque ella es el mar, ella es Aguiño, porque no muere del todo quien es recordado. Por Lourdes. Por Mario. Para Josefina.