Desde hace 16 años reside en el municipio de Barbanza, dedicada al cuidado de personas mayores
24 feb 2022 . Actualizado a las 21:12 h.
En Ribeira residen más de una docena de ucranianos, que llegaron en busca de un futuro mejor. Uno de ellos es Andriy Pasaylyuk. Lleva en la ciudad barbanzana un par de décadas y trabaja como marinero en el Gran Sol. Cuatro años después de su desembarco se trajo a su mujer, Mariya Kopylchuk, que se gana la vida cuidando a personas mayores. Con sus ingresos ayudan a los que dejaron en su país de origen, dos hijos y seis nietos. Con gran nerviosismo, ella explica que hace ya varias noches que es incapaz de conciliar el sueño: «Llevo mucho tiempo pendiente de las noticias, confiando en que la guerra no estallara».
Cuando cayeron las primeras bombas, sus pensamientos fueron, como no podía ser de otra forma, para su familia, especialmente para la hija de su marido -se casaron tras enviudar de sus primeras parejas y cada uno tiene un hijo-, que reside en Kiev: «Al principio no me contestaba a los mensajes, pero luego me confirmó que estaba bien y que se había despertado con el ruido de las bombas». Mariya Kopylchuk le planteó la posibilidad de tratar de abandonar cuando antes Ucrania: «Me dijo que estaba todo colapsado, que no se puede entrar ni salir de la ciudad».
La situación está más tranquila en la región en la que reside su hijo: «Atacaron el aeropuerto, pero él está a muchos kilómetros de distancia». Sin embargo, no puede contener las lágrimas al pensar en sus nietos: «En la guerra anterior murieron miles de personas, entre ellos, jóvenes que tenían toda la vida por delante». Sabe que las consecuencias de la guerra pueden ser devastadoras: «Luego habrá crisis económica, esta guerra será la ruina. Estoy muy preocupada por mis nietos, ¿qué futuro les espera?».