«Fue horroroso, me costó mucho pasar todo este tiempo sin verla»

Ana Lorenzo Fernández
ana lorenzo RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

cedida

La residencia de Ribeira recuperó las visitas de familiares

21 feb 2021 . Actualizado a las 20:46 h.

Cada vez que sonaba el teléfono y aparecía la palabra residencia en la pantalla, Mariló Ferreiro se echaba a temblar. Temía que le hubiese ocurrido algo malo a su madre, a la que llevaba sin poder visitar desde el pasado 31 de diciembre, un mes y medio que se le ha hecho larguísimo. «Fue horroroso, me costó mucho pasar todo este tiempo sin verla y pensando en lo que le podía haber pasado», explica la ribeirense, que hace una semana ha podido retomar los encuentros semanales con su progenitora.

«Nunca he faltado a una visita en los seis años que lleva en la residencia de Ribeira, y el sábado pasado no me daba llegado el momento. Me planté aquí media hora antes y, claro, luego tuve que esperar». ¿Y cómo reaccionó su madre después de tantas semanas? «Pues estaba enfadada porque no venía. Ella no entiende todo bien, y pensaba que no había ido porque no quería», apunta Mariló Ferreiro.

No se contagió

Elena Souto fue una de las usuarias de la residencia de Ribeira que no se contagió en el brote de covid que afectó a un centenar de personas entre mayores y trabajadores. «Ella siempre dio negativo y no ha tenido ningún problema en todo este tiempo. De hecho, estoy convencida de que mi madre está viva porque está aquí. Ha pasado un tumor, varios comas e infecciones, pero esta vez con el virus no le tocó», señala la ribeirense.

Mariló Ferreiro es consciente de que, con 94 años, la vida se le puede escapar a su madre en cualquier momento. «Sé que va a morir, pero no quería que fuera sola como le pasó a muchos, yo quiero poder cogerla la mano cuando pase», reconoce. Al mismo tiempo también lamenta mucho todas las pérdidas que el virus se llevó por delante en esta residencia, «porque algunos eran mis amigos y ya no los vamos a volver a ver. Aquí somos una gran familia y se les echa mucho en falta».

En este sentido, la ribeirense reivindica el gran trabajo que se hace en los centros de mayores: «No son un depósito de ancianos, son lugares donde nos ayudan mucho a cuidarlos, pero los familiares seguimos siendo los responsables de ellos».