El tiempo y la tiranía de elegir

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla BARRIO DEL PIGNETO

RIBEIRA

Mike Blake | REUTERS

21 sep 2020 . Actualizado a las 13:59 h.

Cada año tiene 8.736 horas. ¿Creen que cambiaría nuestra percepción del paso del tiempo si lo planteáramos así? De ellas, dedicamos 2.912 a dormir —si lo hacemos unas ocho diarias—. Quedarían libres 5.821. Ponedle que trabajamos ocho cada día, que libramos ocho al mes y que contamos con 30 más de vacaciones al año. Habremos trabajado aproximadamente 1.870 horas. Sobran todavía unas 3.968.

Toca restar el trayecto al trabajo, cocinar, lavar la ropa, colgarla, planchar, fregar, la cola del banco, aparcar el coche en la playa del Vilar en pleno agosto, hacer un trámite burocrático, el Eibar-Getafe que no sabes por qué has visto y ese interminable y abrumador rato al que te enfrentas en la charcutería cuando cantan el número 1 y tú tienes el 120. A pesar de todo, y tirando a la baja, quedarían como mínimo otras 1.500 horas más.

¿En qué destinamos ese tiempo que sería para nosotros? Si leyéramos una hora al día serían 365 al año, suficientes para terminar El Quijote, Los Hermanos Karamazov , Moby Dick y Cien años de soledad. Si saliéramos a correr 60 minutos al día podríamos terminar la maratón de Nueva York, y si lo dedicáramos a cocinar podríamos dominar como mínimo unas 200 recetas nuevas. Todo es cuestión de perspectiva.

Pero esta vida moderna ha creado lo que los psicólogos llaman la tiranía de la elección. No elegimos nada concreto por miedo a lo que nos estamos perdiendo. Y así nos pasamos parte de esas 1.500 horas buscando en Netflix la película que al final no veremos. Cuando está clara ya es tarde. Toca meterse en cama.