Nació en el bar, murió en el despacho

Andrés Fariña BUZÓN DEL LECTOR

RIBEIRA

19 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La anhelada desaparición del Atlético de Riveira, se cumple 52 años después. Leyendo la bienvenida al nuevo proyecto, señalo «el deseo de que disfruten los niños y niñas y, de mayores, se sientan orgullosos e identificados con Ribeira y del Cidade de Ribeira». Pues yo también me siento muy orgulloso e identificado con Ribeira y con el Atlético de Riveira, en este momento de tristeza y con rabia hacia lo que algunos han logrado, a base de zancadillas y juego sucio. Entierran un club con 52 años de historia, rebosante de amigos, desde que unos cuantos amantes de este deporte dieran el paso para fundarlo, presidido por Camilo Pérez Gómez.

Decepcionado, me consuelo leyendo el artículo que Ventoso titulaba O equipo que naceu no bar Nordeste, con motivo del ascenso logrado frente al Anduriña. Y aquí empieza el gran valor. Porque el Atlético de Riveira nace desde el corazón y la generosidad de un grupo de amigos unidos por el fútbol, y que hablan de fútbol en el bar, con sentimiento y sin mayores pretensiones que darle a la ciudad un equipo para todos, que tiene el mérito de haber jugado en segunda B.

Un equipo que ilusionó, con jugadores que jugaban como los ángeles; que atraía aficionados allá donde fuera; que tenía una madrina, Pepita Tarríos, a la que todos respetábamos; donde el capitán lo era por sus valores. Un equipo en el que su escudo tiene una poutada, símbolo de resistencia y amarre frente a los temporales.

Me acompañó el Atlético desde mi infancia, como aficionado, como jugador hasta los 25 años, y como socio hasta hoy. Con el paso del tiempo estos recuerdos se agrandan y como dice Ventoso, «non puiden deixar de considerar o fútbol algo mais importante que a vida».

En esta sociedad solo interesa el resultado. Como malos estudiantes, mejor terminar el curso y volver a empezar, cambiando de nombre y camiseta nos irá mejor. Le irá mejor a ellos en su efímera aspiración de dirigir una entidad nueva, bien arropada a costa de todos, pero que no nace en un bar. Toca nacer en un despacho, con planes de entrenamiento técnicos, que garantizan el éxito. Y todos le dan a me gusta. Lo que no les gusta es la realidad de la historia. Para ellos da igual lo que hayamos sido en el pasado, solo les vale el presente, pero el futuro no lo tienen garantizado. Me gusta recordar la historia reciente. Y me gustan los cambios de juego y los pases al hueco, pero con la misma camiseta y escudo que tantos defendieron, que fueron y son parte de la historia del club, a los que quiero rendir mi reconocimiento, y que los actuales dirigentes parece que desconocen.

Las instituciones no son las culpables de los errores de sus gestores. Cuando se dirige una institución se sirve al colectivo. Plegarse al chantaje es confundir a esos niños y niñas que solo quieren jugar al fútbol en equipo y por un equipo. No es verdad que no haya proyecto compatible con el Atlético de Riveira. Las zancadillas son la verdadera incompatibilidad. El escudo es la historia y la razón de ser. Andrés Fariña. Exjugador y socio del Atlético de Riveira.