Martín Silva: «No encerro animamos a todos e agora parece que somos uns apestados»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

CARMELA QUEIJEIRO

Su orquesta, Platinum, tenía treinta actuaciones programadas, pero todas han caído

18 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace cinco años iniciaba su andadura en Ribeira un grupo con el que varios artistas liderados por Martín Silva aspiraban a entrar en el mundo de las verbenas, un sector en auge que consideraban clave para poder vivir de la que es su gran pasión, la música. La hoja de ruta que se habían marcado los integrantes de Platinum se cumplía hasta que llegó el coronavirus y truncó todos sus planes. Este verano querían celebrar el quinto aniversario de la formación dando el gran salto de calidad, pasando de ser un pequeño conjunto a convertirse en orquesta, con un palco de mayor tamaño y añadiendo al repertorio de canciones el toque de espectáculo que es, al fin y al cabo, el que marca la diferencia.

A golpe de febrero ya había una treintena de citas en la agenda de Martín Silva, lo que hacía presagiar que se acercaba una buena temporada. Él había hecho frente a una importante inversión para pasar de tener un escenario de ocho metros a otro de 20. Platinum aspiraba a situarse en el mercado de las verbenas: «Sempre tiven bos músicos, porque Ribeira é o Seattle galego, pero chega un momento en que iso non é suficiente. Neste mundo, a infraestrutura que tes detrás conta moito, non chega con cantar e tocar ben, hai que ofrecerlle ao público espectáculo».

Y los miembros de Platinum estaban preparando ese espectáculo, un repertorio variado de canciones aderezado con coreografías y complementado con dos grandes pantallas: «A nós o que máis nos gusta é o rock, pero tocamos de todo. Normalmente, ofrecemos un primeiro pase con cumbias, rancheiras e pasodobres, e logo xa no segundo despregamos a nosa vena roqueira, que para iso somos de Ribeira», explica el líder de la formación.

Pero llegó el covid-19 y obligó a estos músicos a frenar en seco. Con la nueva normalidad, han retomado los ensayos, pero saben que salvar la temporada está muy difícil: «Agora mesmo non temos ningunha actuación segura. As festas que non se botaron abaixo case damos por feito que tampouco se van celebrar, pois as comisións tampouco tiveron tempo para recadar fondos».

Entre la necesidad y el miedo

Ante la situación actual y la incertidumbre sobre como puede evolucionar el virus en los próximos meses, el propio Martín Silva se debate entre la necesidad que tiene de trabajar, pues vive de la música, y el miedo. Por una parte, cree que la vuelta de las verbenas es posible con las medidas oportunas: «Se a xente pode ir aos bares e ás praias, tamén poderá gozar das festas. Habería que limitar aforos ou parcelar, pero pode haber saídas se existe vontade». Por otra, comprende a comisiones y concellos que ha optado ya por la cancelación: «¿Vanse complicar a vida e arriscarse? Eu quero traballar, pero non quero ser o culpable de que haxa un rebrote nunha aldea».

La situación no es fácil. Martín Silva y sus compañeros en esta aventura musical ven como pasan los días y, mientras el común de los mortales vuelven a sus puestos de trabajo, ellos siguen dependiendo de un ERTE: «Nós seguimos na fase cero e seremos os últimos. Esta situación dáme moita rabia, porque no encerro animamos a todos e agora parece que somos uns apestados. A xente felicitábanos cando saiamos aos balcóns ou emitíamos a través das redes sociais, pero agora que queremos traballar non temos apoio».

El músico ribeirense afronta con miedo un verano que podría quedar en blanco. Su prioridad, dice, es la orquesta, de la que dependen diez personas: ocho que se sitúan sobre el escenario y dos técnicos. Pero ahora mismo, cree que tendrá más posibilidades con su segundo trabajo, el grupo Os Bugis: «Dentro de pouco poderemos empezar a ofrecer concertos en terrazas e prazas, porque neste caso somos tres persoas enriba do escenario».

Pero su sueño seguirá estando en las verbenas, junto a otros que están esperando su vuelta: «Delas depende un montón de xente en Galicia».