Ocho décadas custodiando Ribeira

P. Bretal RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

A la izquierda, la palmera de entre 15 y 20 metros. A la derecha, una instantánea tomada en 1940 de Conchita Pérez Bravo (segunda por la izquierda), junto a sus amigas
A la izquierda, la palmera de entre 15 y 20 metros. A la derecha, una instantánea tomada en 1940 de Conchita Pérez Bravo (segunda por la izquierda), junto a sus amigas Gus de la Paz / Cedida

Una de las palmeras más altas y antiguas de Santa Uxía ha sido víctima de la plaga del picudo y, con ella, su historia

28 ago 2019 . Actualizado a las 22:18 h.

«Hace años le comenté a mi amigo Daniel Fandiño que me daba miedo la altura que había alcanzado la palmera al haber tantas edificaciones ahora en la zona y si era conveniente cortarla. Recuerdo lo que me dijo: ‘Todas las mañanas cuando me levanto y me asomo a la ventana la veo y según cómo se mueven sus hojas con el viento sé que tiempo va a hacer’». El que relata esta historia es el ribeirense Pedro Escudero, pero ya hace un tiempo que las ramas de una de las palmeras más altas y antiguas de Santa Uxía solo permiten adivinar su funesto final tras ocho décadas custodiando la ciudad.

La plaga del picudo rojo ha afectado a este ejemplar de 79 años localizado en una finca de A Barreira, en la céntrica calle de La Habana. No obstante, la enfermedad no solo amenaza con llevarse por delante a esta gigantesca planta, sino también a la historia que la acompaña.

Un año después de que terminase la Guerra Civil española, el empresario José Pérez Martínez plantó la palmera. Contable que emigró e hizo fortuna en Argentina, quizás sea más conocido en la comarca por el cargo que ocupó desde 1936 hasta 1940, pues fue el alcalde del Concello de Ribeira.

Sin embargo, la palmera no fue el único legado que dejó Pérez Martínez en Santa Uxía. En 1910 había abierto las puertas del primer cine ribeirense, O Abadiño. Además, el industrial conservero también había impulsado la creación de la antigua fábrica ubicada donde luego fue levantado el icónico edificio de la caja de ahorros.

Tres generaciones

La palmera también fue testigo directo de una actuación que constituyó una de las primeras obras modernas de ingeniería hidráulica del municipio. Nutrida por un manantial que discurría bajo sus pies -o raíces, teniendo en cuenta a la protagonista del relato-, la familia ordenó llevar una traída de agua privada desde la finca hasta la propia fábrica, a través de un sistema de canalización compuesto por aljibes de piedra, que estaban integrados en muros de contención.

Y es que no se trata solo de los recuerdos de tres generaciones de esta familia, tal y como anota Escudero, nieto de José Pérez Martínez: «Después de casi 80 años, por allí pasaron multitud de ribeirenses, desde los grandes empresarios conserveros a los amigos de mis hermanos, míos...». Por ese motivo, cuando los síntomas de la plaga del picudo rojo se hicieron notar en menos de un año, una extraña tristeza se apoderó de los propietarios y de quienes crecieron con la imagen de la palmera.

Los dueños ya han contactado con empresas especializadas y están estudiando la forma de retirar con seguridad la planta, aunque esta ya haya echado raíces en la memoria de tantos vecinos.