Dueños de pisos en alquiler viven una pesadilla por los impagos y destrozos

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

Carmela Queijeiro

Conseguir un rápido desalojo se convierte en la prioridad de los afectados

03 feb 2019 . Actualizado a las 18:21 h.

«No quiero que me pague pero, por lo menos, que deje la casa», afirma una vecina de la comarca que hace nueve meses arrendó el piso a una persona que solo le abonó las dos primeras mensualidades. La mujer explica que percibe una pensión de 600 euros: «Con los 300 del alquiler ya juntaba lo suficiente para ir arreglándome. Esto es muy duro, y a saber como está la vivienda». Su caso se suma al de muchos otros propietarios que sufren una auténtica pesadilla por los impagos y los destrozos que ocasionan los inquilinos.

Responsables de inmobiliarias explican que este tipo de situaciones son más frecuentes de lo que pudiera pensarse. En una de ellas señalan que una de sus clientas sufre tres situaciones de impago en otros tantos pisos.

El problema no solo radica en que los propietarios dejan de recibir las mensualidades, sino en que «en muchas ocasiones los inmuebles quedan en un estado lamentable». Susana Xisto, empleada de una agencia de Ribeira, comenta que, incluso, tienen casos «con arrendatarios que supuestamente no tienen problemas de liquidez».

Las inmobiliarias aseguran que hay una elevada demanda de pisos de alquiler, pero subrayan que aplican bastantes filtros para evitar que sus clientes salgan mal parados. La solicitud de las nóminas para conocer los ingresos y la antigüedad en el trabajo o el depósito de avales son algunos de los requisitos.

«Non pagaba e, por riba, fíxose dono do piso»

El boirense Julio Ojea y su familia vivieron una auténtica pesadilla hasta que, tras acudir al juzgado, vieron desalojado un piso en alquiler del que, de los más de ocho meses que estuvo ocupado, solo percibieron las dos primeras mensualidades: «Deixounos a deber uns tres mil euros, aos que hai que sumar os gastos de avogado. Ao principio as facturas da luz eran de 40 euros, pero despois pasaron a ser de 150. Cada vez que chegaba un recibo empezabamos a tremer. Os propietarios estamos bastante indefensos porque non todo o mundo pode pagar a un letrado ou afrontar unha situación así. Meu pai foi o que máis o sufriu».

Este afectado explica que la situación era insostenible: «Non pagaba e, por riba, fíxose dono da vivenda. Parecía que o piso era seu. Tiñamos medo de que causara unha desfeita. Dentro do que cabe tivemos sorte porque só estaba rota a mampara do baño. Iso si, deixou todo cheo de lixo. Había cabichas debaixo da cama e do sofá. Comida sen recoller e roupa. No piso cheiraba mal».

Ojea manifiesta: «Xa que non pagan, polo menos que coiden a casa». Explica que conoce casos de otros afectados en los que los inmuebles estaban destrozados.

El juicio de desahucio tuvo lugar a finales del pasado año y el inquilino no se presentó, por lo que Ojea y su familia pudieron recuperar su vivienda que, por ahora, no piensa volver a arrendar: «A experiencia foi mala».