Ofendiditos

Alicia Fernández LA CRIBA

RIBEIRA

29 dic 2018 . Actualizado a las 11:50 h.

No sé si les suena el término. Si no lo han oído lo oirán, no lo duden. En Google ya cuenta con más de un millón de entradas y se multiplicarán. Quiero rematar el año con él y evitar el tradicional resumen. La cuestión también se incardina en mi percepción de que en España sobra personalismo, radicalización y mala leche; que este país se asemeja más a una pandilla de niños mimones y mal criados, con el rictus permanente del incomodo por bandera, que a una sociedad madura, con 500 años de historia a la espalda y que mira a su futuro con aplomo.

Pero a lo que iba, cuando la mediocridad y la ignorancia campan a sus anchas, perdidos los valores y la capacidad de sacrificio, brotan especímenes gafados cromosoma a cromosoma. Para un grupo de ellos se ha acuñado este apelativo: los ofendiditos. Son fáciles de reconocer: mal carácter, nula empatía y actitud negativa perenne. Y con esos mimbres, estos mindundis se enfrentan al mundo con la misión de amargarle la existencia a sus congéneres. Algunos lo intentan disfrazar, pero la mayoría van a lo puro macho. O hembra.

Ponen pegas y quejas a diestra y siniestra. Malos modos, mala cara y peor ánimo. Exprimen nuestro sistema garantista y las normas más estúpidas. Son el terror de los cuerpos de seguridad, ante los que recitan cuantas normas creen que les amparan para lanzarlos contra quienes les molestan, es decir, todos los demás humanos. Cercenan cualquier iniciativa en el mismo momento de brotar. Dicen querer vivir en sociedad, pero aborrecen su razón de ser: la relación entre quienes la forman.