Ayer abandoné Cambiemos Ribeira

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla CRÓNICA

RIBEIRA

31 ago 2018 . Actualizado a las 15:36 h.

En algún momento creímos que el mejor lugar para escupir nuestras frustraciones, filias, fobias y problemas cotidianos era Facebook. Comenzamos en plena fiebre de los smartphones y las redes sociales. «Vienen a cambiar el mundo», decían los gurús tecnológicos. La Primavera Árabe fue el detonante que hizo creer a Occidente que el teléfono nos daría un mundo más libre. Para comprobar que las predicciones erraron estrepitosamente solo hace falta echar un vistazo a sur y este del Mediterráneo.

Recuerdo la frase de un buen maestro que tuve en mi etapa universitaria: «Lo bueno de las redes sociales es que todos podemos expresarnos. El problema es que la opinión de todos vale lo mismo». Algunos podrán tildarla de clasista, pero a estos es muy fácil desenmascararlos. El diagnóstico de un médico sobre una fractura de rodilla no vale lo mismo que el de un abogado y nadie contrataría a un traumatólogo para que lo defendiera en un juicio. Cuesta reconocerlo, muchos no querrán hacerlo, pero en ciertos aspectos no todos valemos lo mismo.

Finalmente, lo que se esperaba como la Arcadia del siglo XXI, se ha convertido en un reducto de insultos, afrentas, injurias y mofas. Aunque nos vendieron que el debate cuerdo y sereno sería predominante en Internet, lo cierto es que la sociedad se ha topado de bruces con la realidad. Trolls y anónimos son los rivales a los que hay que enfrentarse para intentar entablar una conversación entre vecinos o amigos que tardarán segundos en dinamitar a base de insultos y ofensas.

Creo que los cuerdos comienzan a ver que la verdad no se escondía detrás de la pantalla del teléfono. Sigue donde siempre, en el estudio, en los libros, en los veteranos, en la gente que se ha partido el lomo para salir adelante. Se puede encontrar entre unas cervezas en una noche de verano. Yo me ya me bajé del barco tecnológico. El primer paso ya lo he dado. Ayer abandoné Cambiemos Ribeira.