A vueltas con el temido catastro

Ana Gerpe Varela
Ana Gerpe CRÓNICA CIUDADANA

RIBEIRA

16 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una manera muy eficaz de sacarle el dinero a los contribuyentes para poder ingresarlo contante y sonante para pagar los desmanes con los que algunos engordan sus cajas particulares es el catastro. Las modificaciones introducidas en los últimos años en este impuesto, con un único afán recaudatorio, son de manual de estudio para economistas. En un país como el nuestro, en el que históricamente se ha inculcado la propiedad de la vivienda, frente al régimen de alquiler que predomina en otros países europeos, atosigar a las familias con un impuesto vinculado a la vivienda es un éxito seguro. La casa es un bien, una inversión y, por lo tanto, se hace lo imposible por conservarla.

Desde hace varios años, los propietarios de la comarca, al igual que los del resto del Estado, se sobresaltan cada vez que llega una carta de la gerencia catastral. Ahora son los boirenses, pero antes ya fueron los ribeirenses, los carnotanos y los muradanos. Garajes, piscinas, galpones y cualquier construcción techada que exista pasa a tributar. Ya, de entrada, te cobran 60 euros por la regularización catastral. Eufemísticamente le llaman tarifa plana, porque la Administración es tan benevolente que no aplica la sanción que correspondería por no haber incluido ese bien en el catastro.

Hay miles de casetas, leñeros y demás sin incluir. No es que seamos todos unos defraudadores, que es lo que parece con estas revisiones de oficio del Catastro, sino que hasta ahora nunca se cobró por ese tipo de construcciones. Si había que pagar por ellas, ¿se supone que hasta ahora la generosa Administración nos ha estado eximiendo de nuestras obligaciones tributarias?. Difícil de creer.

Aceptemos que los gallineros deben pagar la parte correspondiente de la contribución, ¿pero qué es eso de que se aumente la tarifa si uno cambia las ventanas o mejora la fachada?. En una ocasión pregunté por esto en la oficina provincial del Catastro y me explicaron que el motivo es que el inmueble se revaloriza.

Desde entonces ya tengo claro porque hay en la comarca un buen número de edificios de otras Administraciones a los que no se ha puesto una mano encima en los últimos años. El paseo de O Touro de Ribeira, donde se concentran varios, es un buen ejemplo de ello. No es que a las Administraciones no les preocupe el ornato público ni la buena imagen de sus edificios, o que estén escatimando el dinero para no dar un euro que ganar a un par de empresas para que pinten y adecenten sus fachadas. Lo que sucede es que tienen miedo de que si hacen alguna reforma venga el recibo del IBI y les cobren, además de la tarifa plana, cuatro años de atrasos.