La sequía ya obliga a llevar agua en cisternas para el ganado mostrenco

A. Gerpe / J. Sande RIBEIRA, MUROS / LA VOZ

RIBEIRA

MARCOS CREO

La falta de pasto se suple con hierba seca o paja, cuyo precio se ha duplicado por la escasez

31 ago 2017 . Actualizado a las 05:10 h.

La prolongada sequía está poniendo las cosas cada vez más difíciles al ganado mostrenco de la sierra barbanzana. Aunque en las últimas jornadas se han registrado algunas lluvias, los ganaderos afirman que «iso non chega a nada», porque durante la primavera tampoco hubo precipitaciones y, como afirma el criador de Fruíme Manuel Fagunde «non hai practicamente pasto, está todo moi seco». La alimentación constituye un problema, pero todavía es peor el desabastecimiento de agua. Muchos manantiales en los que suelen beber los animales carecen ya de líquido, lo que obliga a los dueños de reses a llevarla en cisternas.

Miguel Fagunde, que tiene más de una veintena de cabezas, dice que está transportando unos dos mil litros diarios. Por su parte, el también lousamiano José González Godón comenta que están llevando unos 6.000 litros semanales para unas 200 reses que tienen en los cierres de Campedulla y que esta llega a duras penas. Explica que entre los animales existe una pugna por el agua y que «os máis débiles teñen que buscarse a vida. Algúns acaban rompendo os peches para buscar onde beber». En términos similares se expresa Manuel Boo, quien reconoce que el líquido escasea y que eso obliga al ganado a recorrer la sierra para localizar algún lugar por el que pase un río y, así, abastecerse.

Esta situación encarece de forma notable la cría de animales. Un ganadero comenta que empezó a llevarles agua hace tres semanas y que así continuará hasta que la situación mejore.

La coyuntura no pinta mejor en Muros, donde Manuel Lestón y Juan Maceiras relatan que la acuciante falta de líquido ha motivado que, en las últimas jornadas, varios animales se acercasen a las viviendas en las zonas de Esteiro y Tal.

Temor por el invierno

La situación ahora es difícil, pero los ganaderos temen todavía más por lo que pueda ocurrir con la llegada del invierno. Lo habitual es que sea en esta época del año cuando hay que llevar comida a las reses y muchos ya están utilizando desde hace tiempo las reservas que tenían para los próximos meses. En este sentido, el criador Manuel Lijó, señala: «A cousa está moi mal, porque o noso monte ten moita pedra. Se están moi débiles, estes animais non aguantan no inverno». Los animales de Lijó están en A Curota: «Temos un centenar entre cabalos e bestas e o peor é que o terreo está seco e non hai pasto».

Son muchos los ganaderos que a los que no les ha quedado más remedio que comenzar a comprar paja y a esto se añade otro contratiempo: el precio. Todos los profesionales consultados indicaron que el coste de los rulos que se compran a proveedores del centro de la Península se ha duplicado en el último año debido, precisamente, a que la demanda es cada vez más elevada y la producción se ha visto ligeramente reducida.

Por ejemplo, Manuel Fagunde comenta que este verano «xa merquei 400 bolas, 200 de silo e outras tantas de seco. O ano pasado comprei 110 de silo e 140 do resto. Case é peor que no inverno. Estou gastando bastante e como isto siga así non sei que imos facer».

Por su parte, Manuel Lijó señala que la hierba que ensilaron va a resultar insuficiente y José González Godón precisa que los precios se han disparado: «Un alpacón de trigo está a uns 40 euros, cando hai dous anos podíase mercar pola metade de cartos. Dende o mes de xullo xa temos que levarlle alimento practicamente a diario».

Los servicios de emergencias se ven incapaces de controlar a las reses que se cuelan en los viales

La falta de pasto y agua ha motivado que las reses mostrencas que se encuentran en los montes la comarca hayan decidido moverse para encontrar comida y bebida. Esta situación, reconocen en el GES de Muros y el GAEM de Ribeira, pone en peligro a los conductores que circulan por las carreteras AC-550 y DP-6704, ya que los animales en ocasiones llegan a la propia calzada, obligando a los conductores a esquivarlos in extremis.

«Temos que ir practicamente tódolos días ata alí e intentar espantalos para que non volvan. Non temos outra opción. En moitas ocasións non chegan á estrada, están pastando, pero aos turistas sorpréndelles e chaman igual», afirmó el responsable del GES, Ramón Lago.

Su homólogo en el GAEM, Marcos Fernández, reconoce que «es algo habitual. Hemos comprobado que hay gente que les abre los cierres, no sé el motivo, pero no es el primer coche que atropella un caballo en el cruce de Moldes».