Los hosteleros de la zona se ponen en pie de guerra contra las gaviotas

A. PARADA

RIBEIRA

MATALOBOS

Las aves se llevan comida de las terrazas y ya hay quien ha instalado trampas

19 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Que en Galicia existe una numerosa población de gaviotas puede calificarse de una obviedad. Sin embargo, a veces se pasa por alto que la convivencia entre estas aves y los ciudadanos suele desencadenar problemas que lastran la actividad de un sector más que vital para la comarca, la hostelería. Se trata de una situación que pone en pie de guerra a los empresarios y los obliga a no perder de vista ni un solo segundo las terrazas de sus negocios. Aunque el foco de mayor incidencia se localiza en Ribeira, también afecta en menor medida a otros concellos como Porto do Son o Rianxo.

En Santa Uxía, la dimensión del conflicto es tal que algún hostelero, como Cristian Suárez, lleva un año con una red de contención colocada en la entrada de su establecimiento en Abesadas. La medida le ha dado resultados ?a pesar de que «ás veces cólase algunha andando»? y algunos compañeros de profesión ya barajan imitarla. Esa idea ya se la ha planteado un empresario de la calle Alcalá Galiano, pero adoptando el formato empleado en la vieja lonja: un sistema de hilos de tanza que evitan que las gaviotas puedan posarse.

Principales focos

Los hosteleros consultados en Porto do Son y en Rianxo indican que en estos municipios el conflicto se reduce a tener que limpiar constantemente los excrementos de las aves de las mesas y sillas ?en el caso rianxeiro las verdaderas enemigas son las palomas?. Mas no existe tal suerte de alivio en Ribeira, una ciudad asolada en seis espacios diferenciados: el Malecón, las plazas Porta do Sol, de España y de Vigo, así como el barrio de Abesadas y el parque García Bayón.

Indudablemente y por proximidad al puerto y al mar, los bares que se reparten por la principal avenida marítima han tenido que adaptarse a la dinámica. Elsa Vidal, que trabaja en un local en esta zona, ya lo considera normal, aunque reconoce que suelen dejarle sucio el toldo. Vanesa Teira, otra trabajadora, pero en la plaza de Vigo, explica que «ya nos hemos acostumbrado a recoger las mesas en el momento que se levantan los clientes; no queda más remedio, la naturaleza es así».

También Alejandro Rodríguez, de la misma zona, anota que perciben un incremento en la época de cría, los meses de primavera: «El año pasado tuve que ayudar a una vecina a sacar una gaviota de su patio de luces». El piso también está en las inmediaciones. Un camarero que trabaja en la Porta do Sol precisó que incluso «hay una gaviota en particular que se ha adueñado de la plaza» y que han notado un crecimiento progresivo del problema, pues los animales han perdido el miedo a robar una tapa, incluso con personas sentadas a la mesa.

En un establecimiento de la plaza de España lo tienen muy claro: «Bajan muy rápido y tiran vasos y copas, por eso recogemos inmediatamente».

¿Y los vecinos?

La superpoblación de gaviotas no afecta solo a los hosteleros. José Ángel Garrancho, un jienense que está hospedándose en Ribeira mientras trabaja en Artemar, lleva dos noches durmiendo mal porque las gaviotas graznan desde el alféizar al amanecer. También Manola Paz, de Castiñeiras, ha colocado tanzas sobre su gallinero y ahora busca la forma de hacerlo en el tejado de su casa.