El día después

Carlos Fernández Coto SECCIÓN ÁUREA

RIANXO

24 mar 2020 . Actualizado a las 10:39 h.

Anadie le parecerá raro que al día siguiente del decreto de extinción de la pandemia nos lancemos como locos a los bares y restaurantes, tras un largo confinamiento cuyo final desconocemos. No todos, porque una buena parte de la población quedará económicamente debilitada. Muchas de las persianas que se bajaron por imperativo legal ya no volverán a subirse, y los que lo intenten lo harán a paso ralentizado hasta alcanzar la normalidad. Una buena parte de los trabajadores perderán su empleo.

La crisis del 2008 fue un gran mazazo a la clase media, nacida 50 años antes, pero esta puede ser la puntilla para su completa erradicación. El filósofo y politólogo Noam Chomsky habla de una pandemia al servicio de América como estrategia geopolítica; otros expertos explican los pingües privilegios obtenidos por China estos meses.

Fuego cruzado entre las potencias mundiales, y en medio las víctimas: la Unión Europea y ciertos países «rebeldes», con Reino Unido huyendo del campo de batalla.

Las multinacionales saldrán reforzadas de esta crisis, y programan un cambio de hábitos para nosotros. Invierten en hacernos individualistas y manipulables. Compraremos sin salir de casa y teletrabajaremos, sin control de las condiciones económicas o laborales. Nuestra capacidad se verá drásticamente reducida por la inyección económica que tendremos que pagar, en forma de impuestos, a falta de ingresos. Pese a no tener actividad, las facturas hay que seguir pagándolas.

Todos quedaremos tocados, en nuestro ánimo, dolor, indignación, sentimiento. Nada seguirá igual.