«Este raposo nótase que non foi moito a galiñeiros, é de bo dente»

antón parada RIBEIRA / LA VOZ

RIANXO

CARLOS SOBRADELO / EMILIO CERVIÑO

El zorro «Monchiño» acude todas las noches a cenar a un mesón de Rianxo

12 sep 2017 . Actualizado a las 18:09 h.

Los hosteleros deberían empezar a buscarle sustituta a esa frase de que hay clientes más listos que un zorro. Para entender el porqué tenemos que desplazarnos hasta el mesón A Casilla, en el corazón de la parroquia rianxeira de Araño, donde un pequeño raposo hace aparición cada noche y busca su sitio entre la clientela para cenar una ración de churrasco.

«Comezou a vir haberá algo máis dun mes, de repente os clientes empezaron a gritar: 'Un raposo, un raposo!'», explica Carlos Sobradelo, que regenta este establecimiento, y que no dudó en llevarle comida a la puerta principal. El animal la cogió rápidamente y se marchó a degustarla bajo unos árboles. A los diez minutos ya estaba de vuelta.

Así se forjó la amistad entre Sobradelo y Monchiño -nombre que le pusieron porque se aproximaba la festividad de san Ramón de Bealo «e non podía estar sen santo»-, que fue entrando cada vez un poco más en el interior del local, hasta que «aos dous días xa comía do prato». Literalmente, porque tiene su propio bol metálico como cualquier otra mascota. Incluso cuando el restaurante está lleno se apoya en la cristalera para indicar que prefiere la intimidad de la terraza. 

«De bo dente»

A raíz de los vídeos que circulan por las redes sociales, el zorro se ha convertido en una atracción a la que acuden familias con sus hijos para que lo vean. Es habitual que entre las diez y media y las once de la noche puedan ver a Carlos llamando a Monchiño y que este acuda raudo del escondite para comer de su mano.

Aunque también ha tomado magdalenas de postre por el día de su bautizo, el raposo ha llegado a rechazar un cuello de pollo que le dio un día que se agotó el churrasco, despertando bromas como «¡fáltache sal!» o «ata o raposo che trae a comida de volta». Sin embargo, Sobradelo lo explica afirmando: «Nótase que non foi moito aos galiñeiros, é de bo dente».

Pero sobre esta historia planea una amenaza digna de sinopsis de Disney. En un mes tendrá lugar la batida del zorro y, a pesar de que los cazadores le dicen que no le dispararán si lo reconocen y que lo ate o le ponga un collar, el hostelero no soporta la idea de que Monchiño no sea libre y de que no vuelva para la cena.