El Porto do Son sobrevive a Ventín

s. Gómez RIBEIRA / LA VOZ

PORTO DO SON

MARCOS CREO

El duelo, como no podía ser de otra manera, estuvo marcado por el estado del terreno de juego, más dado a la batalla que para el fútbol de violín

28 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay feudos inexpugnables, terrenos de juego imposibles donde cada victoria se paga con sudor y lágrimas. Ventín, el césped del Palmeira, es uno de ellos porque allí cada derrota se vende a precio de oro. Por esto la victoria del Porto do Son tiene, si cabe, más mérito. Los del Emilio García presentaron definitivamente su candidatura a pelear por el ascenso a Segunda Galicia.

El duelo, como no podía ser de otra manera, estuvo marcado por el estado del terreno de juego, más dado a la batalla que para la brillantez. Condicionados los jugadores, el encuentro entró en una guerra de trincheras, donde la disputa y el balón en largo se impusieron al juego raso.

Aún así, el Porto do Son se adaptó a las circunstancias y Fabián, después de un pase en largo de unos 20 metros, fintó a su par para pegar un zurdazo que el portero local no fue capaz de desviar. Pero ni con el 0-1 el Palmeira dejó de creer.

Logró empatar el equipo de O Pedreiro nada más comenzar el segundo tiempo, al aprovechar Iván un balón en el corazón del área después de una jugada trenzada por la banda. Con el 1-1, la intensidad y la disputa volvieron a imponerse en Ventín.

El «crack»

Faltaba la jugada de la tarde. Jorge Quintáns se echó al Porto do Son a la espalda para llevarse los tres puntos y colocar a su equipo segundo en la tabla. El diez sonense cazó el balón tras un saque de banda del Palmeira. Lo amoldó con el pecho y comenzó la cabalgada dejando rivales a sus espaldas. Cuando todos esperaban un pase de la muerte, fintó al último zaguero antes de plantarse ante el meta, al que, con un sutil toque de zurda, descolocó para enviar el balón a la red.

Ni así se amilanó el Palmeira, que buscó el empate de todas las maneras posibles. No llegó. El Porto do Son sobrevivió a la caldera de Ventín, en la que cada punto rescatado vale su peso en oro.