El armador José Luis Segade (Porto do Son, 1950) echó el pie en tierra hace dos años después de toda una vida ligado al mar. Acabó sus últimas jornadas a bordo del Piringuela, una nave de casi 12 metros que recorría la ría de Muros-Noia en busca de nécora y pulpo, principalmente. Tras la retirada tenía que plantearse qué hacer con su principal medio de vida, su barco, pues el ya no podía salir a faenar.
Tiene dos hijos, pero ninguno quiso seguir sus pasos y menos en el puente del Piringuela, aunque, según afirma, ambos se dedican profesionalmente a actividades relacionadas con el mar. La única opción que le quedaba era ponerlo en venta. Hace unos tres meses, el Piringuela dio la popa a las aguas sonenses para poner rumbo a otras latitudes. En la actualidad ya está surcando las aguas de Sada.
Después de una dilatada trayectoria, José Luis Segade afirma que lo que más le apesadumbra es que «a xente xa non quere traballar no mar», especialmente en los últimos años. En muchos casos es difícil completar las tripulaciones y en la actualidad hay naves que salen con menos hombres de los necesarios.
Para este curtido profesional, el trabajo a bordo «xa non é o que era». Explica que ahora es más llevadero y que ya no están tantas horas en el mar. Este armador comenta que en la actualidad es más cómoda la actividad a bordo. También hace mención a que las medidas de seguridad aumentaron de forma considerable: «Agora saes máis tranquilo polos aparatos que temos, que nos fan a vida máis fácil».
Sin relevo
Reconoce que la venta del Piringuela fue muy dura: «Costoume desprenderme, pero non me quedou máis remedio. Foi o meu medio de vida nos últimos anos e gustaríame que os meus fillos seguiran, pero a vida e así».
José Luis Segade es un hombre de mar y, aunque está jubilado, la mayor parte de su tiempo lo pasa en el muelle paseando y sintiendo el salitre en su piel.