Los sonenses recordaron a sus vecinos fallecidos en el mar

Tamara Montero
tamara montero NOIA / LA VOZ

PORTO DO SON

El barco «Arela» llevó a la virgen del Carmen en procesión

09 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Con un poco de adelanto sobre la hora prevista, los sonenses celebraron ayer por todo lo alto el día del Carmen dentro de sus fiestas parroquiales. Lo hicieron, como viene siendo tradicional, con una misa solemne en la capilla de A Atalaia y una procesión marítimo terrestre.

Más de medio millar de personas acudieron en masa a unos actos más que emotivos que comenzaron pasado el mediodía con un oficio religioso durante que el cantó la coral polifónica Virxe do Carme de Porto do Son. Una vez terminada, los sonenses acompañaron a la virgen del Carmen. Primero, la imagen bajó a hombros de los costaleros de la capilla de A Atalaia acompañada de los vecinos y de los pequeños vestidos con sus mejores galas de primera comunión. El alcalde de Porto do Son, Luis Oujo, fue el encargado de llevar el pendón durante el paso. Una vez en el puerto, la imagen de la santa fue embarcada en el Arela, el buque que este año tuvo el honor de ser protagonista de la procesión marítima en la que participaron alrededor de una decena de embarcaciones, ya que, tal y como aclaró el regidor sonense, «hoxe -por ayer- os barcos traballan» y la obligación de salir al mar para buscarse el sustento les impidió acudir y tomar parte en la procesión. La niebla sobre la costa no fue capaz de empañar la jornada ni mermó los ánimos de los asistentes, que el año pasado vieran como el mal tiempo obligaba a suspender los actos.

Recuerdo floral

Fue entonces cuando dio comienzo la singladura hasta Queiruga. A la altura de Nadelas, el alcalde, Luis Oujo, y la concejala Asunción Torres se encargaron de realizar la ofrenda floral. Una corona fue depositada sobre las aguas que el año pasado robaron la vida a dos sonenses, Benigno y Juan Torres, -familiares, precisamente, de la concejala popular- dos primos y expertos submarinistas a los que un fallo mecánico les robó su futuro mientras iban a hacer lo que más les gustaba: explorar el fondo marino.