En la rúa da Moeda Vella en Santiago, en una azotea, existe una gárgola que se llama Moro Maldito
05 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.En la rúa da Moeda Vella en Santiago, en una azotea, existe una gárgola que se llama Moro Maldito. Cuentan que este luchó contra los cristianos en la Reconquista y tras ser vencido por Santiago Matamoros, fue condenado a pasar toda la eternidad con su enorme lengua fuera. Da miedo verlo con aquellas facciones descomunales, su turbante en la cabeza y aquel gesto tan provocador. Me imagino al cantero como un buen artesano, llevando en su cesta todos sus útiles, y entusiasmado en la realización de su obra, quiero creer que era devoto del Apóstol Santiago (defensor de los cristianos contra los moros), y que por eso decidió hacer esa gárgola de castigo.
Esculpió sus facciones con un gesto forzado, amedrentador, condenado a escupir toda el agua que resbalase por el tejado, a cada martillazo que le daba, (con cierta saña) se sentía más satisfecho, pensaba que con su escultura estaba castigando a todos los que habían hecho sufrir a los buenos cristianos.
Al fin llegó el día de instalarla en lo alto del tejado. El cantero esperó varios días a que lloviese para ver como salía el agua de su boca, y cuando al fin llovió, allí estaba, el Moro Maldito escupiendo un gran chorro, pero sin darse cuenta, al ponerse debajo para mirarla bien, le cayó todo el agua encima, llegó a su casa empapado, y no se sabe si fue con aquellos fríos o con la mojadura, pero lo cierto es que el cantero enfermó y al poco tiempo se murió. Su familia estaba convencida de que había sido una venganza del Moro Maldito vertiéndole aquella agua insana.
La señora María iba con su nieto Luisito, que al mirar hacia arriba y descubrir la gárgola se moría de risa viendo como sacaba la lengua, y él, en justa reciprocidad, también se la mostró. Su abuela le explicó aquella fábula del cantero que ella misma se había inventado, también le contó que era una gárgola y que antes el agua del tejado salía por su boca, y que se llamaban así, porque esa palabra era una imitación del sonido del agua al resonar dentro. Luis aún hoy cuando no lo ven y está lloviendo, acerca su oído a las bajantes de la red de pluviales de las calles fascinado por aquel sonido del agua. En su ordenador tiene además una representación virtual de la gárgola del Moro Maldito vertiendo agua constantemente por su boca para recordarle la fábula que le contó su abuela.