El falso percebe que arribó a la playa de O Ancoradoiro

l. martelo CORRESPONSAL

OUTES

Martín Barral

Que nadie se confunda, ya que a pesar de su longitud y vistosidad, no son comestibles

22 dic 2020 . Actualizado a las 12:40 h.

Percebe da madeira, falso percebe, pata de cabra o percebe de pau son solo algunos de los nombres con los que se conoce a esta especie de la familia de las lepas, la lepas anatifera, que este fin de semana arribó al arenal muradano de O Ancoradoiro, en Louro. Anclados a varios objetos, como boyas, trozos de madera o incluso botellas de plástico, los ejemplares de este crustáceo fueron detectados por un grupo de vecinos de Outes que se encontraban paseando por la playa el domingo, aprovechando su viaje para visitar el arenal vecino de Area Maior, donde precisamente unos días antes había cedido el muro de arena que contenía las aguas de la laguna de Xalfas.

Contrariamente a lo que pudiera parecer, dado su particular aspecto y su asombroso tamaño, es habitual el avistamiento de esta especie en las costas gallegas. Según apuntan desde la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), la presencia de lepas anatifera «es común» a pesar de que su área de distribución se encuentra en mares tropicales y subtropicales de todo el mundo.

Arrastrados por las corrientes

A diferencia del percebe común, esta especie de crustáceo suele anclarse a cualquier objeto flotante que se encuentre en el mar. «Non son percebes de rocha, son especies diferentes e só viven nas cousas que aboian. Hai moitas variedades de este crustáceo, outras só se pegan a baleas», apunta Alfredo López, biólogo del Cemma. Sin nada que los amarre a tierra firme, los falsos percebes pueden llegar a latitudes alejadas de su área arrastrados por las corrientes y los temporales.

Precisamente este es uno de los puntos claves que los diferencia de los percebes que hay en las costas gallegas, lo que supone que no hay peligro de interacción entre ellos al tratarse de especies diferentes.

Con todo, sorprende el tamaño que pueden alcanzar estos engañosos ejemplares. Se diferencian de los auténticos crustáceos por la mayor longitud de su cuerpo o pedúnculo, de entre diez y veinte centímetros. También la piel que los recubre es distinta a la del manjar gallego por excelencia. La de este último posee mayor grosor. Además, que nadie se confunda, puesto que a pesar de su longitud y aparente vistosidad, los falsos percebes no son comestibles.