Colectivos vecinales de 16 municipios aúnan fuerzas para frenar la instalación de parques eólicos en el rural

L. Martelo OUTES / CORRESPONSAL

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Los ayuntamientos que integran el colectivo son Outes, Mazaricos, A Baña, Samos, Negreira, Ponteceso, Carballo, Santa Comba, Coristanco, Ordes, Cerceda, Frades, Mesía, Oroso, Tordoia y Trazo

17 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras una reunión que tuvo lugar recientemente en Santiago de Compostela, plataformas vecinales pertenecientes a 16 municipios han decidido unir sus fuerzas con la finalidad de «traballar para asegurar un marco legal xusto e con garantías para que o rural non esmoreza», tal y como afirman desde la nueva asociación.

Los ayuntamientos que integran el colectivo son Outes, Mazaricos, A Baña, Samos, Negreira, Ponteceso, Carballo, Santa Comba, Coristanco, Ordes, Cerceda, Frades, Mesía, Oroso, Tordoia y Trazo. Todos los concellos representados en esta nueva entidad tienen un fuerte entorno rural y están afectados por proyectos eólicos puestos en marcha o que se están tramitando ante la Administración.

El principal denominador común de estas plataformas vecinales son los planes eólicos que, desde su punto de vista, consideran abusivos porque «poñen en risco a seguridade, a saúde e a economía das persoas que viven nesas zonas, ademais da afectación grave ao patrimonio natural, histórico e inmaterial, do impacto na paisaxe e a perda de superficie agraria e forestal», explica Jessica Rey, integrante de la recién creada Rede Galega por un Rural Vivo.

Esta asociación denuncia el uso que se hace del medio rural como «polígono industrial», sin tener en cuenta las implicaciones que parques como los proyectados en Outes o Mazaricos pueden tener sobre la población y el entorno, «condenando ao rural a un futuro moi incerto e a unha aceleración do despoboamento», comenta Rey.

Los colectivos vecinales que forman la Rede Galega por un Rural Vivo aseguran que no se oponen a la utilización de energías renovables, sino que su posición está en contra de «un sistema de produción enerxética que concentra esta produción nunha comunidade, a galega, converténdoa nun territorio de sacrificio». Además, subrayan que este modelo productivo empobrece a los territorios generadores de electricidad, reduciendo el crecimiento potencial de las áreas afectadas.

Visibilizar los problemas

Las plataformas vecinales que conforman la entidad llevan manteniendo reuniones desde hace más de un mes para continuar definiendo los objetivos y planes de acción conjuntos que pretenden llevar a cabo. Tal y como comenta Jessica Rey, la meta que se marcan es la visibilización de los problemas del entorno rural, así como conseguir un marco legal «que protexa a vida nestas zonas».

Entre las acciones que plantean llevar a cabo desde la Rede Galega por un Rural Vivo figura el estudio de otras formas de producción de energía, como «o autoconsumo ou a produción de electricidade colectivizada para consumo local».

Desde el colectivo comentan que la constitución de colectivo que se acaba de materializar ya ha derivado en la creación de grupos de trabajo para llevar a cabo su plan de acción. Asimismo, Rey resalta que «estamos abertos a que se unan máis plataformas».