Tanto es así que la decena que crían en la casa familiar de Oroña -poseen otros tantos de mayor edad en la localidad próxima de Niñarelle- tienen nombres e, incluso, acuden a la llamada de su dueño tan pronto entra en la finca. «Temos un Bebeto, un Donato, ata un Terito -conocido contrabandista arousano-, porque é o xefe de todos», bromea Rubén. «Dámoslle aos bois un trato persoal que penso que tamén redunda no seu benestar e, polo tanto, na calidade da sua carne».
Cariño que se une al entorno privilegiado en el que están los animales y a una cuidada alimentación basada en pastos frescos y en productos naturales cultivados en la granja, como hierba seca o harina de maíz. Ahí están entre cuatro y seis años, el tiempo medio durante el que se engordan, aunque este puede llegar a ampliarse hasta los nueve o diez.