Como el párroco no da abasto, varios equipos de vecinas se encargan de los actos religiosos del domingo
13 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En el municipio coruñés de Outes, las mujeres han tomado los altares de nada menos que cinco de las 11 parroquias, a las que se suman algunas más de los ayuntamientos vecinos de Muros y de Mazaricos. No, no se trata de un acto de rebeldía ni de una revolución por la fuerza, es más bien una consecuencia lógica de una crisis de vocaciones que provoca que en todas ejerza el mismo sacerdote, quien, ante la imposibilidad de estar presente en cada rincón, delega parte de sus funciones: «A Igrexa necesita outra dinámica de vida, e iso implica a participación dos laicos».
Y, como ocurre con frecuencia, son las mujeres las primeras en dar un paso al frente y, si hace falta subirse al altar y dar una homilía, pues se hace: «Non é a misa das mulleres como se di, son mulleres valentes que fan a celebración dominical para toda a comunidade», razona el párroco, Roberto Freire. Ellas, por su parte, reconocen que ya iba siendo hora de que les dieran voz, como cuenta Soledad, que hace cuatro años que se inició en estas lides: «Penso que é algo que estabamos esperando, necesitabamos un cambio. Estabamos agardando que algo cambiara para poder participar activamente. A nosa educación era que a igrexa era nosa do altar para atrás, non tiñamos acceso a esa parte».
Se cumple justo un año del cambio en San Tirso de Cando, y Solita es una de las mujeres que asumió la responsabilidad de encabezarlo, aunque reconoce que existen reticencias: «Esta dinámica non a coñeciamos, ata hai un ano non sabiamos que isto existía, foi un cambio moi grande, da noite para a mañá, e está custando. A idea da Igrexa dos laicos non existía, a Igrexa era o cura».
Implicación de los laicos
Sin embargo, a pesar de lo inusual de ver a una mujer en un altar dirigiendo una celebración religiosa, Roberto Freire insiste en que no es algo nuevo: «O que estamos facendo é poñer en práctica as conclusións do sínodo diocesano implicando aos laicos. Isto non é de agora, hai máis de vinte anos que se aplica».
Matiza que lo que hacen las mujeres de Outes no es una misa, sino un tipo de ceremonia denominada celebración de la palabra. Básicamente, en su estructura y contenido, son prácticamente lo mismo, salvo porque no se celebra la eucaristía. Hay una parte introductoria, lecturas y una reflexión a modo de homilía y se distribuye la comunión, pero las hostias que se reparten están consagradas previamente por el sacerdote. Con todo, aclaran, estas celebraciones «son perfectamente válidas como precepto dominical».
No se trata de que estas mujeres se hayan puesto el mundo por montera y se hayan erigido en sustitutas del párroco sin más. Para ejercer su labor no solo necesitan la autorización de la Iglesia, sino que además pasan por un proceso de formación que es continuo. De hecho, existen escuelas de agentes de pastoral para ir ampliando conocimientos y mejorando distintos aspectos, incluso los que tienen que ver con las habilidades para comunicar.
Trabajo en equipo
No es tampoco una acción solitaria, sino que en cada parroquia se establece un equipo en el que cada cual desempeña su papel y son varias las mujeres que intervienen en las ceremonias, ya sea cantando, ocupándose de las lecturas o poniéndose al frente del rito. «É unha axuda para perder o medo, e serve tamén para crear lazos entre as persoas, unhas axudámonos ás outras. Hai a quen lle custaba moito ler e non se atrevía a facelo en público, e pouco a pouco, levando os textos para practicar, comezou a facelo», explica una de ellas.
Roberto Freire destaca también que esta nueva dinámica eclesial, que incluye la creación de consejos parroquiales que toman decisiones de forma colegiada, también contribuye a dinamizar socialmente las zonas rurales, porque crea conciencia de comunidad, y pone como ejemplo la movilización de los vecinos para lograr mejoras en el entorno de las iglesias.
Sin embargo, pese a las ventajas que enumera el sacerdote, existen reticencias a que sean mujeres las que se encarguen de las celebraciones religiosas, algo que ellas reconocen: «Desaprender é dificilísimo, hai costumes que é moi difícil cambiar». En este sentido, Soledad cree que la Iglesia «quedou moi pechada e non evolucionou ao ritmo da sociedade» y, aunque algunas cosas están mudando, «aínda falta moito por cambiar, tamén na xente e na estrutura social».
También hay quien cuestiona que la Iglesia permita a las mujeres oficiar las celebraciones de la palabra como personas laicas, pero no ordenarse, algo que ellas rechazan. «Non o vexo contraditorio, simplemente é outra forma de ver a Igrexa, creo que é algo complementario», comenta Solita. Una opinión que refrenda el párroco, en cuyas palabras se hace evidente su complicidad con las agentes pastorales y su agradecimiento por su labor: «O mellor é non ter prevencións nin prexuízos. Para min só é insostible facer este traballo, e ademais é algo que non é deste tempo».
En la archidiócesis de Santiago quedarán apenas 150 curas en el 2021
Aunque, como explicaba Roberto Freire, la autorización a personas laicas para que oficien las celebraciones de la palabra no es nuevo, sí es algo que cada vez tiene mayor implantación y todo apunta a que seguirá aumentando en el futuro. No en vano, las previsiones que maneja la autoridad eclesiástica no son demasiado esperanzadoras y se calcula que en el 2021 quedarán 150 curas para atender las 1.071 parroquias de la archidiócesis de Santiago. En este contexto, es fácil deducir que en los próximos años será necesario que haya más laicos dispuestos a asumir un papel activo en las parroquias, aunque Freire matiza la importancia de este modelo: «Para min, o máis relevante disto non é que as mulleres digan misa, senón que hai outra forma de traballar que ten dous piares: a distribución do liderado e a participación social».