Manuel Viturro Posse, el enemigo de Castelao que en 1920 sufrió un atentado en Ribeira

Carlos Portolés
Carlos Portolés RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

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Fue alcalde de Noia, líder del Partido Liberal de Rianxo y secretario de la Diputación Provincial de A Coruña

11 dic 2022 . Actualizado a las 14:37 h.

Se la tenían jurada a Don Manuel Viturro Posse los aguerridos mauristas del «chiquito pero matón» semanario rianxeiro El barbero municipal. La acusación que más se repite en las crónicas y columnas de la época es la de «cacique». Y es que fue Don Manuel persona de gran influencia en la comarca a finales del siglo XIX y principios del XX. Figura destacada del turnismo en Galicia, llegó a ser alcalde de Noia en 1891, aunque fue destituido del cargo tan solo dos años después.

Era uno de los hombres fuertes del Partido Liberal en esta zona de la región. De hecho, llegó a ser el líder de la formación, cargo al que accedió después de que el anterior se pasara a la trinchera contraria, alineándose con los conservadores.

Enemigo de Castelao

Algunos relatos de la época lo caricaturizan como el brazo político de la familia Gasset, que en aquel tiempo era la más rica y de mayor influencia en los municipios de la ría de Arousa. Es una de tantas figuras de entidad en un período histórico concreto cuyo recuerdo se va difuminando hasta casi desaparecer del imaginario de las gentes. Pero, buceando en las hemerotecas de La Voz de Galicia y del extinto El barbero municipal, se puede trazar un rastro de las disputas que tan continuamente enfrentaban a la redacción del semanario maurista con Don Viturro Posse, a quien consideraban enemigo acérrimo. De hecho, una de estas plumas que con tanta insistencia asediaba el prestigio del líder liberal era la de Castelao, colaborador habitual del desaparecido medio conservador.

«Si Don Manuel Viturro ha de mandar siempre en Rianjo y siendo nosotros enemigos de ese tal Viturro, ¿cómo los viturristas nos adjudican a cada cual su destino?», rezaba una de las columnas de opinión de El barbero municipal. Se decía que, mientras viviera Viturro Posse, sabían los miembros del Partido Conservador que Rianxo y alrededores era tierra perdida. Su influencia era absoluta, porque era la cabeza de los liberales en una población eminentemente liberal.

En una ocasión, Viturro Posse, del que se decía que, a pesar de ser acaudalado y pudiente, era, en el fondo, rudo hombre rural, se encontró de frente a uno de sus muchos adversarios políticos. Y, ni corto ni perezoso, corrió hacia él y le propinó un bastonazo en el cráneo. Fue detenido y llevado al calabozo, pero persona tan influyente no permanecía demasiado tiempo entre rejas en aquella España. Apenas unas horas ocupó su celda antes de ser liberado sin cargos.

Su prominente posición en el ámbito comarcal también lo llevó a protagonizar episodios de esperpéntico calado, propios de la literatura de Valle-Inclán. Por ejemplo, aquella vez en la que comenzó una campaña que tenía como objeto recibir un título nobiliario, un delirio de grandeza que fue motivo de burla en la bancada de enfrente. Con esta sorna maliciosa lo relataban los conservadores rianxeiros en su semanario: «D. Manuel Viturro Posse aspira á ser marqués. Bien ¿y qué? Por nosotros que lo hagan Obispo, Capitán general, Capitán solamente ó sustituto de cualesquiera de estos cargos. iQué más nos dará á nosotros que el señor Posse sea capitán ó simplemente sustituto de capitán!».

La gran inquina y antipatía que causaba entre aquellos que se erigían en combatientes contra el caciquismo tuvo su culmen la noche del 17 de diciembre de 1920. Viturro viajaba a Ribeira en su automóvil, acompañado de Ricardo Gasset. Un grupo de activistas conservadores, quién sabe si buscando darle un escarmiento o directamente acabar con su vida, tensó una cuerda atravesando la carretera con la idea de hacer descarrilar al vehículo. Sin embargo, de potente motor, aquel coche rompió la cuerda y desbarató los planes de los que aspiraban a perpetrar un modesto regicidio.

Poco antes de aquel intento de asesinato o magulladura, Viturro Posse había recibido la Gran Cruz de Isabel II, lo que presumiblemente le sirvió para resarcirse por el fracaso de su pretendida ascensión aristocrática. El puesto político más alto que llegó a desempeñar fue el de secretario de la Diputación Provincial de A Coruña. Y no fue cosa de un día. Lo ocupó durante 30 largos años hasta su destitución en 1924.

La imagen que para la posteridad dejó Don Manuel fue la de un pez grande en un estanque pequeño. Una de esas personas que, con frecuencia, se creyó por encima de la ley e hizo del tejer una red de oscuras influencias una profesión y un estilo de vida. Pintoresco y lleno de claroscuros, como tantas otras figuras históricas.