Casi medio siglo dedicado a salvar vidas

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

marcos creo

Eduardo Moledo fue uno de los impulsores del pionero grupo de emergencias de Noia, un ejemplo a seguir en Galicia

06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Dentro de poco, Eduardo Moledo Arufe (Noia, 1960) recibirá la medalla de bronce al mérito de Protección Civil de Galicia que Vicepresidencia de la Xunta ha decidido concederle por su dilatada trayectoria y su participación en múltiples operativos. No será su primer reconocimiento y probablemente, tampoco el último. Pero más allá de estas condecoraciones, el premio a su esfuerzo lo constituyen los agradecimientos que recibe de la gente y que han sido incontables a lo largo del casi medio siglo que lleva ejerciendo de ángel de la guardia, salvando vidas o, por lo menos, intentándolo.

Empezó prestando su ayuda a los demás cuando aún no se hablaba en Galicia de Protección Civil ni de voluntariado. Con 15 años, Eduardo Moledo ya se apostaba con dos amigos, José Nine y Enrique Fontano, en la subida al Iroite para atender las posibles emergencias de la prueba que fue la antesala del Rally de Noia. Los tres eran radioaficionados, distracción que aprovechaban para tener acceso a información sobre sucesos y lanzarse a la aventura. Juntos fueron hasta Padrón a finales de los 80 para actuar en las graves inundaciones: «Levamos a zódiac enriba do capó do coche, amarrándoa con cordas a través das ventás».

Fue poco después, con la presa del Tambre amenazando con reventar, cuando el entonces alcalde noiés, Pastor Alonso, tomó en serio la labor desinteresada de Moledo y sus compañeros, hasta el punto de plantear la creación de un equipo de emergencias. Con un camión motobomba entre sus pocos medios, el equipo colaboró en los grandes incendios que asolaron Carnota y suministró agua en este municipio y el de Muros durante el verano más seco que se recuerda: «Iamos todos os días e enchiamos os caldeiros dos veciños porta a porta».

Pérdida de un amigo

Cuando echa la vista atrás para regresar a aquella época, el noiés no puede evitar recordar de forma especial a José Nine. Él había residido un tiempo en Estados Unidos y a su regreso a Noia, planteó importar el modelo de ayuda en emergencias que había visto allí. Fue así como el grupo de voluntarios empezó a adquirir una dimensión profesional que incluso llamó la atención de la Xunta, que no dudó en desplazar a una delegación hasta la villa medieval para comprobar in situ el funcionamiento de un servicio que era pionero en Galicia.

Aunque seguía colaborando cuando le era posible, Moledo residía en León, donde trabajaba como comercial para Industrias Isaac, firma escindida de Donuts, la primera marca que lo fichó cuando alternaba el reparto de pan con el trabajo en un taller de coches. José Nine estaba llamado a liderar el grupo de socorro, pero un fatídico accidente mortal durante el rescate de un chaval en una zanja truncó el plan previsto: «Pedíronme que volvera a Noia e como era para facer o que máis me gustaba, axudar á xente, aceptei».

Con alegría recuerda su participación en las multitudinarias visitas del Papa o un desplazamiento a Ordes con motivo del corte de la carretera principal por una actuación de Manolo Escobar. Su rostro cambia de expresión cuando este viaje en el tiempo llega a la década de los 90, la época de la mal llamada vía rápida de Barbanza: «Non sei cantos mortos e feridos saquei daquela estrada, estaba farto de excarcerar».

Los peores recuerdos

Asegura que se hizo fuerte y se acostumbró a ver a vivos y muertos con todo tipo de heridas. Eso sí, Eduardo Moledo reconoce que esa indiferencia necesaria para acometer su trabajo desaparece cuando la víctima es conocida: «Lembro unha veciña que tivo un accidente en Urdilde e estaba viva cando cheguei; faleille, coñeceume e díxenlle que a ía sacar de alí, pero tiña un golpe por dentro e morreu. O mesmo me pasou en Cures, con outro veciño que quedou aprisionado. Crin que non era para tanto e deille esperanzas, pero estaba desfeito por dentro. Iso marca».

En su profesión hay momentos de flaqueza, pero los gratificantes pesan mucho más. Recuerda, por ejemplo, los agradecimientos de la familia del vecino de Esteiro desaparecido que ayudó a encontrar. Asegura que el sentido común es la clave del éxito en este ámbito, al tiempo que destaca la importancia de contar con un buen equipo: «Teño xente que leva 20 anos comigo. A experiencia, ao igual que a formación, son cruciais».

Hace poco, Eduardo Moledo vio cumplido el último reto que se había marcado, que Noia contase con GES: «Cada vez que ía á Xunta machacaba neste tema». Ahora su sueño es seguir ayudando: «É o que máis me gusta nesta vida».