Carrera contra el reloj en la ría de Noia

Jose Manuel Jamardo Castro
J. m. Jamardo RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

CARMELA QUEIJEIRO

Las mariscadoras solo tuvieron una hora para coger su afamado berberecho

27 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Jueves, una y media de la tarde. El aparcadero de la playa de Testal está lleno hasta la bandera. Y eso que el día es desapacible. No importa. Decenas de hombres y mujeres con los rastros al hombro, sus neumáticos y sus trajes de neopreno, caminan de forma pausada hacia uno de los arenales más ricos del mundo. Tras la toma de temperatura y equipados con la correspondiente mascarilla, se dirigen al centro de la ría de Muros-Noia para sacar de sus entrañas su preciado tesoro, el berberecho. Una fría brisa pega con fuerza en los rostros de un colectivo de otra raza. No se arredran por nada. A las dos en punto, comienzan los movimientos de los raños que se clavan en el fondo del mar.

Hay jornadas en las que la marea es el peor enemigo y solo disponen de poco más de una hora para hacerse con los cupos: 13 kilos de berberecho y tres de cualquier especie de almeja. La mayoría no pudo lograr el objetivo ante las implacables manecillas del reloj, a lo que este año se une la escasez de bivalvo y su tamaño. Mónica Sánchez salía del agua después de dejar el producto en el tractor de la cofradía con la sensación de que «fixen todo o posible, pero non había tempo suficiente. Como moito collería cinco quilos de berberecho. Era coma unha carreira contra o reloxo. É o que toca».

El tiempo también fue un inconveniente para Mari Iglesias. «Non houbo tempo para nada e aínda por enriba o marisco é pequeno e apenas hai», comentaba en una jornada en la que cogió más almeja que berberecho.

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De un lado a otro

Las caras de las mariscadoras al salir del agua eran de cansancio. Y no era para menos. «Intentamos coller todo o marisco posible, pero nunha hora non hai tempo para nada. Ademais, tiñas que ir movéndote dun lado para outro buscando o mellor sitio», apuntaba María cuando enfilaba el largo trecho hacia el aparcamiento con el rastro al hombro.

En términos similares se expresaba Reme nada más escuchar la sirena de los tractores anunciando el fin de la jornada: «Berberecho hai moi pouco e aínda por riba con só unha hora de traballo non foi boa xornada». Maricarmen tenía prisa. Quería cambiarse antes de nada, pues aunque tenía el traje de neopreno puesto, «sempre che entra algo de auga».

Los ánimos de la mayoría de las productoras no eran los mejores. La del jueves era una jornada atípica, pero había que aprovechar el día para, por lo menos, «facer un xornal». Y es que la campaña marisquera de este año no está siendo todo lo buena que esperaban.

La presidenta, Marisol Amado, reconocía que la situación es anormal y los ingresos han disminuido de forma considerable con respecto a la campaña anterior. Aún así, destacó que por lo menos tienen trabajo y pueden sacar un sueldo. Espera que la situación cambie en los próximos meses y puedan extraer el bivalvo que en la actualidad no da la talla para su comercialización.

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Camino de regreso

Los tractores de la cofradía cargaban las capturas y las trasladaban a la lonja para la subasta. Mientras, las mujeres enfilaban el camino de vuelta tras una mini jornada de poco provecho. De hecho, ese día de trabajo exprés fue de los más cortos que han vivido en los últimos tiempos. Ante eso, las productoras mostraban resignación: «É o que hai. Temos que aguantar o que veña e esperar tempos mellores. Sabemos que vai ser unha temporada difícil», apuntaba Cristina.

El berberecho más caro que hubo el jueves se pagó a 15 euros el kilo en la lonja, pero se vio muy poco de primera. El de tercera, el más abundante, no superó los 4,5 euros el kilo. Mientras, la almeja japónica se quedó en la barrera de los 9 euros. Aún así, a pesar de los contratiempos, mañana volverán a los arenales.