A pedra das Patudas

Carmen Alborés BUZÓN DEL LECTOR

NOIA

01 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En Esteiro, un precioso pueblo situado en la ría de Muros y Noia, existen una serie de rocas singulares como Pedra do Cadro y Pedra das Pías. Son piedras de gran tamaño, estudiadas por su valioso arte rupestre. Pero no me voy a referir a estas, sino a una muy particular: A Pedra das Patudas.

Cuando la dorsal anticiclónica alejaba el chorro polar de nuestra húmeda tierra, también se producían cíclicamente épocas de sequía, y la falta de agua constituía un grave problema. Hoy en día tenemos el satélite y gracias a Meteogalicia conocemos con mucha antelación las predicciones meteorológicas con bastante precisión, de nada sirven las rogativas si ya sabemos cuándo va a llover y a qué hora aproximadamente.

No hace muchos años, cuando la sequía era pertinaz, los sacerdotes y feligreses decidían hacer una rogativa, y en este caso sacaban a Santa Mariña en procesión hasta el mar. Durante el trayecto iban rezando y pidiéndole a la santa que mandase la lluvia, inconscientemente pedían que el anticiclón de las Azores diese paso a un frente lluvioso procedente del Atlántico. Esperaban a la marea baja para colocar la imagen en la Pedra das Patudas, por la creencia de que Santa Mariña salió (como la sensual Venus de Botticelli de la espuma del mar) y dejó sus pisadas (patudas), no como Venus en una concha de vieira, sino inscritas en una piedra esquistosa de la playa de Parameán. Luego le lavaban la cara con el agua del mar (una manera muy gráfica para que lo entendiese) y ya de vuelta la imagen a la iglesia, la misión estaba cumplida y solo tocaba esperar la lluvia.

Hoy casi nadie invoca a Santa Mariña. Los campesinos miran la aplicación de su teléfono móvil y según las predicciones deciden las labores agrícolas. La sequía ya poco importa para la supervivencia, pues gran parte de nuestro sustento proviene de los supermercados. Pocos agradecen la agradecen, que entristece nuestro ocio veraniego.

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