«Abro porque, polo menos, pago recibos e non acumulo débeda»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

marcos creo

Explica que desde que empezó la cuarentena solo vende prensa: «A xente quere estar informada»

07 abr 2020 . Actualizado a las 19:12 h.

Forma parte de ese colectivo de trabajadores esenciales que, con sus ventajas e inconvenientes, sigue acudiendo diariamente a su puesto laboral pese a la cuarentena que tiene paralizado a medio mundo. Javier Rodríguez abre cada mañana su Kiosco Alameda en Noia con la preocupación lógica de estar expuesto al dichoso coronavirus, pero con la ilusión de sacar adelante su negocio. Admite que está resultando complicado: «As vendas baixaron un montón, pero trato de levalo con alegría e moita música».

Y es que, desde hace años, compagina el trabajo en el quiosco familiar con la carrera de artista bajo el nombre de Jerry Noia. En diciembre dejó medio aparcada esta segunda faceta para hacerse cargo en exclusiva del puesto de venta de periódicos, revistas y chucherías debido a la jubilación de su madre. Fue una decisión complicada, pero en vista de la situación actual, está satisfecho de haberla tomado: «De cara ao futuro próximo, penso que me vai ir mellor aquí que como músico, porque veñen moi malos tempos para os artistas. Teño amigos que dependían das actuacións e non saben o que van facer».

En el quiosco, ha reducido el horario de apertura a las mañanas, que es cuando logra hacer algo de caja: «O que se vende estes días basicamente é prensa, a xente quere estar informada. Ás veces, os clientes aproveitan para levar algunha revista ou cromos para compensar aos cativos polo encerro, pero a demanda de produtos baixou drasticamente».

Mantener el negocio en pie

Pese a ello, Javier Rodríguez afirma que abrir la verja cada mañana le compensa. Primero, porque le permite el lujo de airearse de un confinamiento cuyo final se desconoce y segundo, porque es la única forma de asegurar la continuidad de su negocio: «Abro porque, polo menos, pago recibos e non acumulo débeda. Non podo xustificar unha redución nos ingresos do 75 %, porque debe roldar o 50 %, así que tampouco teño nada a que agarrarme».

En el quiosco, usar guantes y mantener las distancias son sus armas: «Ás veces marcho coa sensación de que podo ir contaminado, pero medo non teño. Si precaución, e, por exemplo, non me achego a miña nai, para así protexela». El optimismo con el que trata de levantarse cada mañana le dura hasta que llegan los primeros clientes: «Eu coloco os xornais tratando xa de non ler nin as portadas, porque non me quero contaxiar de tanta negatividade. Pero todos os que veñen falan do mesmo. Todo son malas noticias esta tempada».

Como todos, Javier Rodríguez sueña con volver a la normalidad, tanto en su quiosco como a nivel artístico. Dejó la parte de su carrera enfocada a actuaciones infantiles por incompatibilidad con el horario del negocio, pero sigue ofreciendo conciertos en el marco de su proyecto Jukebox, en el que revisita en solitario grandes clásicos del pop y el rock, y ya se vio obligado a suspender 15 fechas: «Espero que as actuacións miñas e as dos outros artistas se apracen e non se cancelen, como tamén desexo que, cando este pesadelo remate, a xente se lembre do pequeno comercio, pois somos un sector moi feble».