Alfredo García Allut: El médico que revolucionó la cirugía craneal

Jose Manuel Jamardo Castro
J. M. Jamardo RIBEIRA / LA VOZ

NOIA

XOAN A. SOLER

Este noiés fue de los pioneros en España en operar tumores en la cabeza a través de las fosas nasales

09 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Es un apasionado de la medicina. Alfredo García Allut (Noia, 1953) es uno de los neurocirujanos más reputados de España y así lo avala su brillante currículo. Fue uno de los primeros en introducir, hace diez años, la cirugía endoscópica nasal para operar un adenoma hipofisario y otros tumores situados en la base del cráneo. La técnica consiste en operar a través de la nariz sin necesidad de abrir el cráneo para acceder directamente a la lesión. García Allut fue el jefe de neurocirugía del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y en la actualidad trabaja en La Rosaleda.

Aunque reside en Santiago, tanto Noia como Carnota están siempre en su vida, pues no olvida que en ambas localidades pasó «los mejores momentos de mi niñez y donde fui muy feliz». Nació en la calle Comercio número 31. «Mi madre se casó con mi padre, que era el médico de Carnota y vivían allí, pero quiso dar a luz en casa de mi abuela Josefina. Cuando era un chiquillo me repartieron entre mis padres y mis abuelos. En Noia fui a la escuela hasta 1962, y los dos años siguientes a la academia Atenea. Después me trasladé a Santiago, donde me establecí».

La nostalgia asoma a su cabeza cuando habla de Noia y Carnota. De la villa noiesa, «tengo maravillosos recuerdos de la escuela, con grandes amigos. Carnota era donde pasaba las vacaciones, era mi patio de juegos».

Pero su gran pasión es la medicina. Recuerda cuando todavía era un chaval y su padre le preguntó qué quería ser: «Evidentemente, médico». Además de su progenitor, su abuelo también era galeno, por lo que tenía muy claro por donde iba a discurrir su vida profesional. Cuando empezó a estudiar la carrera, «mi padre me nombró su ayudante. Así que durante las vacaciones le echaba una mano en la consulta, en los partos e incluso hacíamos pequeñas intervenciones. Fue una relación maravillosa entre padre e hijo y entre el maestro y su discípulo. Desde 1970 a 1976 estuve a su lado y fue mi primer profesor. Aprendí mucho a su lado, como profesional y también como persona, pues me enseñó lo importante que era la relación entre el médico y el paciente».

Nada más terminar la carrera entró como residente de neurocirugía en el hospital de Santiago a las órdenes del doctor Reyes: «Fue uno de mis mejores maestros, y además me permitió conocer a su hija, con la que estoy felizmente casado».

Para llegar a lo más alto de su profesión necesitó mucha preparación. «Estuve en Berlín, Sevilla e Italia, pero la mayor parte de mi vida profesional la pasé en Santiago, en el Clínico, donde tuve grandes compañeros y amigos». Llegó a ser jefe de sección y jefe de servicio. Después de tantos años de profesión echa un vistazo al pasado y recuerda que cuando empezó «no teníamos TAC. La ciencia y los medios avanzaron de forma espectacular. El servicio de neurocirugía de Santiago es un punto de referencia en este campo. En las películas se ve la famosa cirugía con pacientes despiertos. Nosotros ya hace muchos años que lo hacemos». Una de sus mayores satisfacciones fue cuando operó a su primer paciente: «Me acuerdo perfectamente. Tenía un tumor. Era una chica de 27 años que se llamaba Pilar».

A pesar de que están familiarizados con todo tipo de situaciones, Alfredo García reconoce que «nosotros no somos inmunes. También lo pasamos mal cuando un paciente se complica. Nunca te acostumbras. Pasé muchas noches sin dormir».

Sus aficiones

García Allut tiene grandes recuerdos de su infancia y su adolescencia. En Carnota «pasé muy buenos momentos, pero desde que murió mi padre apenas voy por allí. Me genera una gran melancolía. Eso sí, la zona tiene unos paisajes estupendos y su gente es maravillosa». A Noia viaja con frecuencia. Además le encanta el mar y tiene una lancha en Portosín con la que da grandes paseos en verano en compañía de su esposa: «Me encanta el mar para bañarme y navegar».

Otras de sus pasiones son el golf y volar: «Antes salía todas las semanas en una avioneta. Volar es muy relajante. También el golf me encanta porque tienes relación con otra gente que no es de la profesión». Alfredo García es un hombre activo al que la medicina lo marcó para toda la vida y con la que sigue disfrutando.