Un paseo entre árboles arrullado por el flujo del agua

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez NOIA / LA VOZ

NOIA

La parroquia de Santa María de Roo ofrece un enclave en el que desconectar del mundanal ruido por unas horas

06 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La actuación realizada en el entorno del Rego das Cunchas ha permitido a muchos conocer un enclave de Santa María de Roo perfecto para olvidarse del mundanal ruido y avanzar por un bosque con el arrullo incesante del agua como banda sonora.

El regato, que pese a su escasa entidad movía en otros tiempos una decena de molinos, es el eje central de un paraíso hecho de agua, helechos y hiedras. La vegetación, avivada por la humedad, lo invade absolutamente todo, desde los troncos de los árboles ?entre los que proliferan las especies autóctonas? hasta las paredes de las viejas aceñas que antaño reunían a los vecinos de Noia. Aunque a muchas les falta la cubierta, estas construcciones están bastante bien conservadas, y por los canales por los que entraba el agua para mover la piedra y moler el grano sigue fluyendo el líquido.

Completa la idílica estampa la luz del sol filtrándose por entre las copas de los árboles, y apenas un par de detalles, como un zapato que alguien debió dejar olvidado, una plancha de hierro que a saber de dónde habrá salido o una lata tirada entre las zarzas, enturbian un paraíso en el que perderse en medio de la naturaleza. Es además un enclave en el que, para colmo de paz y desconexión, no hay ni pizca de cobertura.

Las características

Si hay que poner una pega a la ruta de senderismo que se ha creado en torno al conjunto etnográfico del Rego das Cunchas son los accesos. El inicio del sendero está en la vieja carretera que lleva a Pontenafonso, justo en una curva cerrada, pero allí no hay donde dejar el coche, así que toca avanzar unos metros. Sin embargo, una vez que se encuentra un lugar en el que aparcar hay que caminar por un vial sin aceras ni arcén hasta llega al punto de partida de un trazado de poco más de un kilómetro de distancia que se adentra en medio de la naturaleza.

La senda está perfectamente señalizada ?su puesta a punto se realizó el año pasado y se nota?, y a lo largo del recorrido se encuentran distintos paneles con información sobre el entorno, la flora y la fauna y las características y funcionamiento de los antiguos molinos.

Se trata de una ruta accesible para cualquiera ?la dificultad es media? y en completar los 1.100 metros de longitud se tarda alrededor de una hora. Eso sí, conviene llevar calzado apropiado para caminar por el monte si uno pretende salirse de la senda para acercarse a las aceñas.