«Hui de Bogotá porque no quise vender droga y me amenazaron de muerte»

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA / LA VOZ

MUROS

CESAR QUIAN

Fidel Barajas vive en Muros y se traslada a A Coruña para vender artesanía

02 mar 2023 . Actualizado a las 13:34 h.

Fidel Barajas tiene 66 años. Llegó a Galicia el 30 de mayo del año pasado. Nunca se le olvidará esa fecha. Él y su mujer aterrizaron en España con una pequeña maleta dejando atrás todo lo que tenían en Bogotá (Colombia). Concretamente en una pequeña localidad llamada Barrios Unidos. Allí Fidel tenía una pequeña tienda en la que vendía productos de alimentación y chucherías. Y su mujer, en casa, contribuía a la economía familiar con un puesto improvisado de venta de frutas. En tan solo un mes se deshicieron de todo lo que pudieron o lo repartieron entre sus amigos y huyeron de una situación que ya era insostenible. «Sabe que la situación en mi país es complicada... Fuimos aguantando hasta que unas personas peligrosas me obligaron, bajo amenazas, a que vendiera droga en mi puesto. Me negué en rotundo porque es una actividad ilícita. Y a raíz de eso me amenazaron de muerte. Me dijeron que esa decisión traería consecuencias trágicas. Sabían dónde vivía, cómo se llamaba mi mujer... Yo creo que nos estuvieron investigando durante un tiempo», recuerda Fidel. 

Con mil euros en efectivo

Vendió su coche «por un precio irrisorio», algunas de las pertenencias familiares y abandonaron la casa en la que vivían sin llevarse el más mínimo recuerdo. Ni siquiera las fotos. «En un mes recaudamos lo que pudimos para comprar el billete, metimos lo imprescindible en una maleta y nos vinimos para aquí», explica conmovido. Además de lo que gastaron en los billetes, lograron reunir más de 5 millones de pesos colombianos para tener algo de dinero en efectivo al llegar a Galicia (unos mil euros, por la devaluación del peso). 

CESAR QUIAN

Asilo político

Fidel y su mujer pidieron asilo político y están a la espera del proceso administrativo. Mientras tanto, no puede tener un trabajo, así que echó mano de los conocimientos de artesanía que un peruano le enseñó cuando era joven. «Nosotros vivimos en Muros con una de mis hijas. De lunes a miércoles fabrico unos búhos y el resto de la semana me levanto a las 5.00 horas para, tras asearme y vestirme, coger un bus a Santiago y, desde allí, otro a A Coruña para vender aquí lo que hago». Dice que probó a vender los productos en otras localidades, también en Santiago, una ciudad llena de turistas. «Pero me enamoré de A Coruña y su gente. Aquí son muy educados. Me ven con buenos ojos y son muy amables conmigo.». Así que cuando llega a la ciudad, entre las 10.00 y 10.30, se toma un café y se echa a la calle. Desde la estación de buses se pone a andar hacia la calle Real y vuelve por la zona de Cuatro Caminos, y la Gaiteira. «Un día bueno puedo llegar a vender entre 6 y 8 búhos. En Santiago lo intenté, porque está más cerca de Muros, pero siempre me daban la misma contestación: ‘No, lo lamento mucho'. Aquí en A Coruña, creo que valoran más mi trabajo», comenta.

Fidel tiene los dedos «quemados» de trenzar la cuerda que, en su país, llaman fique o cabuya. Pero aquel peruano que conoció en Bucaramanga, también le enseñó a trabajar el alambre de alpaca, bronce y cobre, a hacer tejido de filigrana (aretes, pulseras, collares) y también macramé, telar manual, barcos dentro de botellas...

Explica que tarda entre una hora y hora y media en hacer un búho y que, como el material suelta un polvillo, siempre utiliza mascarilla para trabajar. Su mujer le ayuda en lo que puede, porque al poco de llegar se rompió un brazo «y quedó muy dañada, con los tendones encogidos, por lo que no puede estirar muy bien la mano». 

Todo por ayudar en casa

Fidel Barajas explica que tiene tres hijas y todas fuera de Colombia. Una está en Argentina y dos en España. Él y su mujer decidieron vivir con la que se asentó en Muros, un lugar tranquilo donde no teme por la seguridad de sus nietas. De hecho, aunque en su casa no se comenta, las pequeñas también estuvieron en situación de peligro porque es habitual que en Colombia intenten secuestrar a las pequeñas para fines ilegales. Este hombre, sencillo, educado, amable, tiene una historia muy dura detrás. Por eso, el carácter de los coruñeses lo ha conquistado: «Hago muchos kilómetros al día, pero no me resulta duro, por la amabilidad de los coruñeses». Eso sí, agradece cualquier ayuda y si alguien quiere hacerle un encargo, lo puede tramitar a través del correo electrónico de su hija: nataliabarajasvargas@gmail.com.