Alfonso Mouzo: «Estando na lancha de Aduanas en Muros, abordamos un barco con 9.000 quilos de hachís»

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

MUROS

ANA GARCÍA

Lobo de mar | Otros abordajes hizo este ex agente corcubionés persiguiendo el tabaco de contrabando

01 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Alfonso Mouzo Lago (Corcubión, 1951), conocido como Cholo, fue durante más de 35 años agente marítimo del Servicio de Vigilancia Aduanera. Aprobó las oposiciones en el año 1974 en Madrid. Estuvo destinado en Ibiza, San Sebastián y Santander, aunque de forma más pasajera, para asentarse luego diez años en A Coruña y casi veinticinco en Muros, donde se retiró. Fue en estos dos últimos destinos donde realizó las operaciones de mayor importancia, si bien recuerda alrededor de unos 35 abordajes a barcos en toda su trayectoria laboral. Perseguía el tabaco de contrabando. «Eran tempos quentes en Vilagarcía, nas Rías Baixas en xeral, aínda que nas Altas tamén había», relata. Estando en A Coruña fue desplazado a Arousa en numerosas ocasiones. No obstante, la lista de productos requisados fue mayor. «As drogas xa eran un asunto maior», dice Mouzo. Armas, whisky, televisiones a color... Se encontró de todo. «Pero o 99 % era tabaco de contrabando, habíao de todos os tipos: Winston, Camel...», explica este corcubionés que lleva 40 años casado en Fisterra. «Polo xeral eran mercantes que estaban en augas que non eran da nosa xurisdicción e ás que nós, polo tanto, non podiamos ir. Os pesqueiros e as lanchas ían alí, cargaban, e despois dirixíanse á terra para descargar. Nós adoitabamos ter información ó respecto», narra. Eran barcos nodriza de bandera panameña, chipriota... y con tabaco norteamericano, apunta Alfonso. Los marinos al servicio del Estado trabajaban en embarcaciones de entre 10 y 12 personas las más grandes, y de 4 a 6 las más pequeñas. Iban armados con metralletas, en las lanchas de mayores dimensiones, y con fusiles y pistolas de 9 milímetros de calibre, en las otras. «Armas había de sobra, o que non querías era ter que usalas», comenta. Él solo tuvo que recurrir a ellas en una ocasión para dar dos tiros al aire en un abordaje.

El mayor alijo que intervino fue en la ría de Muros. Concretamente, frente a la playa de Portosín. «Un día saímos de Muros coma calquera outro, iamos polo medio da ría e, antes de anoitecer, vimos que pola banda de Portosín entrou un barco e fondeou nunha zona moi rara que nos chamou a atención», así comienza la historia. «Decidimos abordalo. Saltamos un compañeiro mais eu, pero deulles tempo a marchar nunha zodiac. Collemos 9.000 quilos de hachís. A embarcación chamábase Míster George», añade. Pero el abordaje todavía dio para más: «Baldearon con gasolina coa intención de prender lume e desfacerse de todo. Nós, de feito, caemos e enchémonos de combustible. Menos mal que non ardeu ao final. Mellor non pensar en que nos podería pasar».

Otra operación destacada la vivió cuando estaba destinado en A Coruña e intervinieron 5.000 cajas de tabaco al mercante Roger. Pero el descubrimiento todavía fue mayor con armas escondidas en cajas de madera. Eso sí, estas últimas no fueron confiscadas. «Asuntos de Estado», dice este vigilante jubilado, que se vio obligado a poner punto y final a su trabajo antes de lo previsto debido a serle diagnosticadas dos hernias discales. «Eu xa tiña problemas de saúde de novo e este oficio empeorounos. É moi duro, ademais de arriscado, para que logo che digan que es funcionario e vives da bicoca. O que pasa é que non saben realmente como é», reflexiona. Además, Alfonso recuerda que en sus inicios como agente cobraba muy poco: «Aínda lle pedía cartos á miña nai porque non me chegaban». También, que las lanchas «andaban moi pouco para o rápido que ían os delincuentes, sempre por diante»: «Para collelos había que arriscar a vida». Él aún tuvo suerte, opina. Tiene muy presente a varios compañeros que fallecieron en Vilagarcía a consecuencia de golpes muy impactantes con piedras o bateas. Uno de ellos murió decapitado. Por lo demás, dice no haber recibido amenazas nunca por parte de los contrabandistas, con los que primaba un trato cordial, asegura, por ambos lados: «Eran pais de familia e por aquela o contrabando non era nin delito. A algún xa o coñecías ben das veces que o collías e ata che daba pena, porque daquela si que ía para o cárcere. Con un fixen a vista gorda». Su mujer fue sobrellevando esta vida.

«Sempre fun de defender ó meu pobo e a Galicia e, ás veces, púidome saír moi caro»

Alfonso pertenece a una familia muy conocida de Corcubión. Es hermano de Rafael Mouzo, quien fue alcalde nacionalista del municipio durante 24 años. Él también lleva la política muy adentro. Lleva siendo militante del BNG desde hace 40 años, dice con orgullo. Llegó a gobernar en Fisterra durante 8 años, en un tripartito con el PSOE y el Centro Democrático y Social (CDS), y estuvo en la oposición otros tantos. «Lévoo no sangue ata que morra. Sempre fun de defender ó meu pobo e a Galicia», añade. Hasta el punto de que en muchas ocasiones, pudo salirle muy caro, reconoce tiempo después: «Xa sendo axente fun a algunha manifestación que se o chegan a saber...». Su padre presidió un sindicato que le costó «palizas» en el cuartel de Corcubión y estar «na lista negra para fusilar», pero un escrito del párroco local lo salvó, traslada Mouzo. Su madre era socialista.

Fue precisamente de su familia quien heredó la pasión por el mar y, más en concreto, por este oficio. Su progenitor y su segundo hermano más mayor, pues son seis de los que él es el menor, trabajaron en la marina mercante. Su padre naufragó, «colliu medo» y acabó siendo patrón y marinero de un barco de pesca en Corcubión. Por su parte, a su hermano Suso le salió la oportunidad de trabajar en Aduanas y no lo dudó. Hizo vida en Algeciras. «Eu quixen probar que era iso de ir ao mar pescar con 13 ou 14 anos. Meu pai levoume ós baixos de Duio, en Fisterra, pero mareeime e non quixen saber máis», comenta entre risas.

Sobre su trabajo de agente, dice que todo lo vivido se queda, al final, en «anécdotas» que entran en el riesgo que asumía a diario por las condiciones de su oficio. Antes ejerció de técnico en electrónica, arreglando televisiones por la comarca de Fisterra.