Zarpa el primer barco que prueba a recuperar en Galicia la pesca de bonito con cebo vivo

E. Abuín / A. Gerpe REDACCIÓN / LA VOZ

MUROS

Jorge Parri

El Madre Consuelo lleva a 14 gallegos neófitos en la técnica que usan vascos y cántabros

25 jun 2019 . Actualizado a las 21:30 h.

La pesca de cerco no tiene secretos para Óscar Carreño. Demasiado tiempo detrás de anchoas, jureles, sardinas... Pero su Río Novo, el cerquero de 23 metros de eslora con el que faenó en el último decenio desde su base de Portosín, envejeció mal. Con 34 años sobre sus cuadernas, la reparación era demasiado costosa. Así que decidió cambiarlo. «Cando se decataron os meus socios viñéronme buscar para comprar o Madre Consuelo». Como el Río Novo, también es un cerquero, pero 32 metros de eslora, base en Santoña, y tradición de pesca de bonito con cebo vivo. Y en esa modalidad, Carreño sí que es un neófito. Como todos los gallegos.

De hecho, a las 00.01 del miércoles -«non son supersticioso, pero no de non saír o martes si que creo», aclara-, su nuevo buque se convertirá en el primero de Galicia -aunque mantendrá su base oficial en Cantabria por cuestión de cuotas-, con tripulación de esta comunidad, que se dedicará a pescar el túnido con una técnica en la que vascos y cántabros tienen amplia experiencia: la del cebo vivo. Consiste en capturar anchoas, chicharros y otros pequeños pelágicos, que se mantienen vivos en piscinas a bordo del buque, para después servir como carnada en las cañas con las que se capturarán los bonitos. Uno a uno.

El primer contacto que Carreño tuvo con esta modalidad de pesca fue el año pasado. «Como non había sardiñas, fun de patrón nun barco de cebo vivo». Él desconocía la técnica, pero la tripulación que le acompañaba era experimentada. En esta segunda incursión, los 14 marineros, todos gallegos, son principiantes. Son profesionales del pincho, del palangre de superficie, del cerco... Eso sí, aficionados a la pesca con caña. Que el fin de semana va a por robalizas, maragotas, fanecas... lo que pique.

Poca experiencia pero «moita ilusión». «Son xoves e con gañas», dice Carreño. Animados ante el reto que se les ha puesto por delante. Claro que no se lanzarán a ciegas a la aventura. A los mandos del barco irá un patrón de Orio que acumula toda una vida profesional de experiencia en la pesca con cebo vivo. «Ven por facerme un favor, para ensinarnos a min e á tripulación» antes de retirarse.

El puente del Madre Consuelo será todo suyo. Por lo menos el primer mes, en el que Carreño «irá abaixo», en el parque de pesca, aprendiendo desde lo más básico, «por a sedela a un anzol».

Un cambio de oficio impulsado por los problemas de la sardina

A pesar de toda la inexperiencia que acumulan en la pesca de bonito con cebo vivo, no hay quien saque a Óscar Carreño de la convicción de que se van a defender en el oficio. «Polo menos máis que indo á sardiña», dice. Y es que fueron precisamente todos los problemas de escasez que está habiendo con esta especie la que acabó de convencer de probar en la costera del túnido. «Só podes botar 400 caixas á semana; por máis que fagas 10.000 euros, con 15 homes... que levan os mariñeiros para a casa?».

 Así que ya está todo decidido. Ayer estaban acabando de preparar el barco en Muros, limpiando los viveros, preparando aparejos, metiendo víveres... Era el colofón de un repaso a fondo: fue necesario cambiarle la patente, «poñelo curioso o barco por baixo, eliminar ruido para que non espante o bonito...» Y ya mañana, rumbo al País Vasco. Primero, una parada en Santoña para recoger al patrón, «ao que lle estou superagradecido». Después, «por fóra de Guetaria» a pescar con cerco el cebo vivo, pan comido para Carreño. Y a continuación, la verdadera aventura. Esa que los convertirá en cañeros -los que usan la caña- y ronqueros -los que emplean el gancho para recoger el túnido-. ¿El final? Esperan que con la venta de mucho bonito en la lonja de Pasajes para que el Madre Consuelo conserve «esa fama que ten de pescar moito bonito», expone Carreño.