Por diez euros

Cristóbal Ramírez

MUROS

23 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el verano, el sur. La playa. Las rías de Muros e Noia y Arousa. Ese es el destino que eligen fin de semana tras fin de semana quienes tienen la suerte de residir en esta comarca. Pero en entretiempo, en esos días buenos que animan a salir pero que distan de ser estivales, el sureste gana adeptos. Y dentro del sureste, Silleda, porque se trata de un municipio con abundancia de recursos que conforman una oferta jugosa.

Aunque luego sucede lo de siempre: los gallegos hacemos las cosas bien pero nos falta rematarlas, ser perfeccionistas. Solo así se entiende que detrás del excelente trabajo informativo de la pareja de profesionales que esta Semana Santa se encargaban de la recepción de visitantes en el monasterio de Carboeiro no haya nadie que se anime a completar la faena. Porque esos mismos visitantes se pierden cuando tras visitar el cenobio se atreven con la ruta de senderismo que debería llevarlos a la Fervenza da Toxa en un par de horas.

Y es que la desvaída y en ocasiones casi inexistente señalización jamás recibiría el aprobado de nadie (nota: se trata de gastar diez euros en dos espráis, blanco y amarillo, y reseñalizar el recorrido).

Como tampoco nadie aprobaría la Ruta del Agua de la parroquia de Parada, también en Silleda. Los vecinos son históricamente gente muy activa y no se merecen una ruta sobrada de asfalto y además con tal escasez de señales que un grupo de compostelanos acabó el pasado sábado jurando que no volverían a Silleda, barbaridad que es de esperar que sea solo fruto del calentón tras haberse perdido dos veces.

Se necesitan otros diez euros. O sea, mucho menos de lo que costó cada uno de los estupendos paneles explicativos. ¿Es mucho pedir?