Soy un asiduo lector de La Voz de Galicia, desde hace unos 50 años. Con frecuencia veo artículos referidos al fraude al Catastro que realizan los propietarios de inmuebles, piscinas y otras edificaciones, que realizaron tales actuaciones saltándose las preceptivas normas. Muchas de esas irregularidades se corrigen con las periódicas revisiones del censo catastral. Mi caso es distinto, ya que en una de esas revisiones, hace unos cinco años, por la que aboné 60 euros, y pese a que desde entonces se me asignó una cuota del IBI con incrementos anuales sucesivos, recientemente me notifican un recibo a pagar por atrasos de cuatro años, por importe de 3.434 euros.
Inicio entonces una investigación, comprobando que a la finca donde se ubica mi domicilio se le había adosado una superficie de terreno muy superior a la de mi propiedad. Recurro a la Oficina del Catastro de Corcubión, con la documentación de los bienes que en tal lugar me pertenecen, y después de reconocer el error, mis derechos y darme la razón, me informan de que lo único que puedo hacer desde tal dependencia es solicitar el aplazamiento del pago del canon que se me ha impuesto, por un año, para que mientras tanto aclare la situación. Encargo el tema a una gestoría, y yo mismo cudo a las oficinas del Catastro en A Coruña, donde que informan de que mi reclamación está en trámites de resolución, y que seré informado del resultado.
Sorprendentemente, el pasado febrero, y sin previo aviso, me descuentan de mi cuenta de jubilación los mentados 3.434 euros, como tributo por una propiedad que no me pertenece. Ante lo acaecido, pienso con pesar y sorna: He sido un afortunado, tal como si fuera acreedor de un premio de la lotería, ya que después de reclamar y darme la razón, en vez de adosarme a mis bienes la finca limítrofe, pudieron también añadirme todas las propiedades del barrio donde vivo. Por todo ello, solo se me ocurre que a la palabra catastro habría que añadir el sufijo fico, pues en mi caso este servicio ha realizado conmigo un solución catastrófica. Santiago Lado. Muros