«Salvei a meu irmán de morrer afogado no mar agarrándoo pola melena»

Jose Manuel Jamardo Castro
j. m. jamardo REDACCIÓN / LA VOZ

MUROS

jorge parri

El muradano empezó a faenar a los 13 años con algunos familiares

02 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El mar es su vida y su pasión. Joaquín León Caamaño (Muros, 1954), más conocido como Joaquín de Chopa, es un lobo de mar de los de antes. Con solo 13 años ya navegaba por la ría de Muros-Noia e incluso acompañaba a sus familiares a pescar por aguas de Fisterra. Era un crío, pero había que ayudar en casa. Tres años después se embarcó en naves españolas que recorrían la Península de una punta a otra. También tocó puertos africanos y canarios en un mercante. Estar lejos de casa no era muy satisfactorio para este hombre, por lo que regresó a su Muros natal con 20 años para quedarse. Un accidente en alta mar le hizo reflexionar para estar cerca de su familia. Se lesionó una mano al moverse la mercancía cuando realizaba la travesía desde las islas Canarias a la Península. Pasó diez días en un hospital en Málaga.

Nada más salir volvió a casa. Junto a un cuñado construyó un barco, el Luces León, de 11 metros de eslora, para faenar cerca de la costa. Cordel, betas, miños o palangre eran sus artes de pesca. Cabo Touriñán, Fisterra o Corrubedo eran los principales caladeros que visitaban. En el 2004 decidió emprender la actividad en solitario y construyó el Chopas, mote por el que se conoce a su familia y que le pusieron a su abuelo porque era un gran pescador de chopo. Desde hace unos años disfruta de su jubilación y el puerto es uno de sus lugares favoritos para pasear y hablar con los compañeros.

A pesar de que casi siempre faenó cerca de tierra, también sufrió los envites del tiempo. El mar nunca avisa. «Un día iamos coller os miños e había temporal. Á altura dos baixos de Meixide, fronte a monte Louro, o mar estaba moi picado e apenas avanzabamos. Tivemos que botar gasóleo na cuberta para que a auga escorrese e non quedase no barco, senón iamos a pique». Una de las zonas más duras para la navegación «é a que se chama a Corredura, entre Muros e Os Miñarzos. Pasar por alí con mal tempo é duro, e tamén por Meixide».

Durante su larga trayectoria tuvo momentos muy duros a bordo. Recuerda una ocasión en la que salieron a faenar y estaban recogiendo los aparejos en la zona de Basoñas: «Iamos tres. Meu cuñado e un familiar seu que viña con nós ao mar. Foi hai 35 anos. Cando estabamos a traballar deulle un infarto. Morreume nos brazos. Arrancamos e durante todo o camiño fun facéndolle masaxes cardíacas e o boca a boca, pero non puido salvarse. Foi moi dura e longa a volta a porto, non dabamos chegado».

Mucha suerte

En otra ocasión, comenta que cayó un tripulante al agua. Precisamente era su hermano, y de noche: «Salvei a meu irmán de morrer afogado no mar agarrándoo pola melena. Botei a man e collino case polo aire. Tivo moita sorte. Deulle a vida ter o pelo longo». No fue la única ocasión en la que un marinero acabó en el mar: «Nesta ocasión demos volta e atopámolo de casualidade, porque o home non sabía nadar».

A pesar de las difíciles situaciones vividas, León Caamaño reconoce que el mar es su vida.

El apodo familiar le viene de que su abuelo era un gran pescador de chopo en la zona

El momento más duro en el trabajo fue la muerte de

un compañero en

sus brazos

«Os mariñeiros sabemos como é a nosa profesión e os perigos aos que nos enfrontamos»

El peligro acecha y nunca hay que bajar la guardia cuando estás en alta mar. O eso al menos es lo que piensa Joaquín da Chopa. Durante su larga vida profesional vivió numerosas situaciones, unas más agradables que otras. También hubo momentos muy duros que nunca dejará de ver en su retina. Por fortuna, afirma que salió airoso, pero también vio como algún que otro compañero se quedó en el camino.

Hace unos años sufrió un infarto. Tras esa dolencia no le quedó más remedio que echar pie en tierra y dejar de trabajar. Ahora es un jubilado más que disfruta de la vida y de los suyos.

Comenta que tuvo mucha suerte, pues el ataque al corazón fue muy fuerte y le dejó el 40 % de este músculo inutilizado. «Acórdome que era un día de mal tempo. Non se podía saír ao mar, era perigoso. Estaba na casa descansando cando sufrín o infarto. Quizais iso salvoume a vida, pois se chego a estar traballando non sei se o contaría. Pódese dicir que son un afortunado».

Tiempos difíciles

La vida de un marinero no es sencilla. Dice que cuando estuvo embarcado hubo momentos difíciles. Los temporales se producían con bastante frecuencia porque hacía la ruta de Canarias a la Península. También navegaba con regularidad a Francia y a África: «Había días que eran moi duros. Os mariñeiros sabemos como é a nosa profesión e os perigos que ten».

Joaquín León Caamaño conoce como la palma de su mano la ría de Muros-Noia y también las zonas de Fisterra y Corrubedo, lugares a los que normalmente acudía a faenar. Ahora mira desde el puerto como sus compañeros hacen el mismo recorrido.