As Miúdas cayeron en Muros ante un Umia afortunado

p. bretal RIBEIRA / LA VOZ

MUROS

CHEMA CAAMAÑO

A pesar de ser superiores, las de Fran Figueroa cedieron los tres puntos en casa

26 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Un apropiado refrán para describir el partido en el que As Miúdas recibieron a un Umia que se llevó los tres puntos sin necesidad de demasiados alardes (1-2). De hecho, aprovecharon de manera muy inteligente la perplejidad de unas muradanas a las que el arbitraje les jugó una mala pasada, que arrastraron durante todo el encuentro.

Los primeros momentos del choque se sucedieron con la tónica a la que las de Fran Figueroa tienen acostumbrado al graderío del Eleuterio Balayo, con intensidad y tres oportunidades que no tuvieron suficiente tino como para abrir la lata. No obstante, las de Ribadumia sí recogieron el primer fallo de las locales, en un despeje de la zaga que les permitió subir el primero al cuarto de hora.

Entonces tuvo lugar la polémica decisión arbitral que acabaría condicionando a las muradanas el resto del partido. Pati remató dentro del área para que la cancerbera del Umia despejase. Acto seguido, Bárbara ya tenía la bola pegada a las botas y se la llevaba regateando cuando la delantera rival entró a derribo. El colegiado lo vio claro e indicó un penalti que Pati marcó sin problemas. Pero volvió a pitar.

Visto para sentencia

Tras poner el que hubiera sido el 1-1, el árbitro entendió que Pati había invadido el área antes del remate y, en lugar de pedir la repetición del penalti, señaló libre indirecta para el Umia. De esta forma, la incomprensión se apoderó de unas Miúdas que desconocían que acababan de ser vistas para sentencia.

A pesar de todo, el peligro seguía del lado de las locales, hasta que en el 58 un rayo llamado Ainoa dejó atrás a dos ribadumienses, para dejarle un centro perfecto a Bárbara con el que puso las tablas. La joya de Esteiro aún estuvo a punto de lograr la merecida remontada que murió con el sonido seco del palo.

En el 75, después de que Martina robase un balón en defensa, el despeje se encontró con la carga de una jugadora del Umia que cayó ante la propia Martina. De nuevo el árbitro pitó, pero se trató de una falta para las rivales desde la frontal que se zanjó con el último gol, acomodado sobre el silencio muradano y unas lejanas risas de la bancada visitante.