Las vacas se someten a examen

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite MAZARICOS / LA VOZ

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Una nueva edición de la escuela de jueces ganaderos instruyó a 85 personas en el arte de valorar a las reses

03 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Empecemos por lo más sencillo. En líneas generales, las vacas marelas -de tono acastañado, para los que prefieran la diferenciación cromática-, son de carne y las pintas -blancas y negras- son las que dan leche.

Teniendo esto más o menos claro, y aunque la afirmación pueda resultar obvia, hay que decir que incluso dentro de una misma raza no todos los ejemplares son iguales. Al contrario, las diferencias que acostumbran a existir entre dos animales que a ojos de un profano son muy similares, casi idénticos, llegan a ser enormes.

Si no que se lo pregunten a los 85 profesionales, llegados desde diferentes puntos de Galicia e incluso de Cataluña y Portugal que, durante la última semana, participaron en la vigesimosegunda edición de la escuela de jueces ganaderos organizada por la Federación Frisona Galega.

Una iniciativa en la que colaboraron los cuatro Africor -asociaciones de control lechero- provinciales y que se desarrolló por varias granjas de la comunidad, donde los participantes aprendieron a valorar morfológicamente distintas reses frisonas. En total, más de un centenar de ejemplares entre terneras, novillas próximas al parto y animales en gestación. «Os que nos dedicamos a isto estamos sempre na procura do que sería a vaca ideal. Unha res morfoloxicamente perfecta para a realidade produtiva de cada granxa. Este curso, precisamente, nace para ensinar aos alumnos a buscar este tipo de res», apunta José Moreira Pardiñas, director técnico de Africor-Coruña y coordinador de esta actividad formativa, en la que también participó activamente la Consellería de Medio Rural.

No resulta sencillo, sin embargo, dar con ese ejemplar perfecto. Tanto es así, que los calificadores ganaderos juzgan hasta una veintena de parámetros distintos en las vacas que se someten a su examen: desde su altura, la anchura del pecho o la profundidad corporal hasta la movilidad, el ángulo de la grupa o la forma y posición de las patas, pasando por la anchura de los isquiones, unos huesos ubicado a ambos lados del rabo. Eso sin mencionar la ubre -representa el 40 % de la valoración total de una frisona- de la que se vigila su inserción, la fortaleza del ligamento suspensor, la profundidad o la colocación y longitud de los pezones.

Todas estas variables son importantes, como se explicó en la escuela de jueces ganaderos, para buscar una vaca sana, productiva y longeva, objetivos que persiguen la totalidad de los productores lácteos.

Así que ya lo sabe, cuando vea una pinta, fíjese bien. Por mucho que se parezcan, todas las vacas son únicas y nunca, por muchas que vea, encontrará dos iguales.