«Mi ciudad quedó destrozada y no sé si la casa de mi familia sigue aún en pie»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA / LA VOZ

LOUSAME

cedida

Ezgi Alkaya llegó a Lousame desde Hatay, al sur de Turquía, para participar en un programa de voluntariado

18 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Ser testigo de un terremoto de la gravedad del registrado en Turquía tiene que suponer una terrible experiencia, pero sufrirlo desde la distancia, cuando amigos y familiares están entre los afectados, tampoco es tarea fácil. En esa situación se encuentra Ezgi Alkaya, quien desde el pasado mes de mayo se encuentra en Lousame, participando en un programa de voluntariado europeo al que está adherido el Concello desde el 2017. Llegó desde Hatay, una región situada al sur del país que ha resultado ser una de las que más destrozos y muertes ha contabilizado tras el seísmo del pasado 6.

Por fortuna, se enteró del terremoto y de su enorme magnitud por su padre, que ese mismo día, de madrugada, le envió un mensaje informándola de lo ocurrido y anunciándole que tanto él como su madre estaban bien, pero que abandonaban la ciudad por temor a nuevos seísmos: «Fue una suerte, porque todo sucedió cuando yo estaba durmiendo y leí el mensaje antes de saber lo ocurrido por los medios de comunicación». Pero las horas posteriores fueron de gran tensión: «Me pasé dos noches sin dormir, comunicándome con todos mis amigos para saber si estaban bien».

Aunque no ha tenido que lamentar fallecimientos en su entorno más cercano, sufre en carne propia las consecuencias de la tragedia: «Mi ciudad quedó destrozada y no sé si la casa de mi familia sigue aún en pie». Sus padres se fueron tras el primer temblor y no han podido volver a Hatay, pero las imágenes a las que Ezgi Alkaya ha tenido acceso sobre el estado de la zona son devastadoras: «Es una ciudad muy antigua y solo debe quedar más o menos la mitad». Sí tiene confirmación que muchos de sus amigos y conocidos se han quedado sin vivienda.

Futuro incierto

Desde la distancia, el terremoto de Turquía sacudió la feliz estancia de esta voluntaria en Lousame: «Me encanta Galicia, sobre todo la comida, la cultura y el carácter de la gente, que es muy simpática». De Lousame y Noia, localidad en la que reside, destaca sus atractivos naturales: «Hay muy cerca tanto playa como montaña».

En parte, se siente aliviada por haber estado lejos de su casa cuando se produjo el terremoto, pero por otro lado, le gustaría haber estado junto a los suyos: «Estoy aquí y estoy bien, pero no puedo estar contenta porque mis padres y mis amigos siguen allí solos y no puedo ayudarlos ni acompañarlos». De hecho, está convencida de que no ha asumido lo que ha ocurrido en su ciudad: «Lo veo en las noticias y me lo cuentan desde allí, pero tengo miedo de viajar a Turquía y ver en persona cómo ha quedado Hatay. Es como si por estar lejos no llegara a asumir lo sucedido».

El programa de voluntariado que ha traído a Ezgi Alkaya hasta tierras barbanzanas llegará a su fin el 12 de marzo, pero la joven todavía no tiene decidido si volverá a Turquía o no: «Por una parte quiero ir y ver con mis propios ojos lo que ha pasado, pero mis padres me dicen que me quede aquí, porque estaré mejor, pues la situación allí es caótica». Cuando emprendió la aventura en Lousame, tenía previsto prolongarla más allá de la beca que le concedieron, ya que aprender a hablar español con fluidez era uno de sus objetivos, pero ahora tiene serias dudas sobre su futuro.

Caminata solidaria

Lo que sí quiere es, aunque sea desde España, ayudar a su país a resurgir de los escombros del terremoto. Se ha aliado con Ülkü Kosdas y con Ebru Karaca. La primera está con Ezgi Alkaya en el programa de voluntariado de este año, mientras que la segunda participó en la edición anterior de este plan y ahora reside en Santiago En su caso, la vivienda de su familia quedó destrozada por el seísmo. Las tres han decidido promover una caminata solidaria y cuentan con la ayuda del Ayuntamiento lousamiano y de Cruz Vermella de Noia.

La actividad tendrá lugar el 12 de marzo y consistirá en una ruta circular de 12 kilómetros, que discurrirá por hermosos paisajes fluviales de Lousame, partiendo de los molinos de Brandia. Las personas interesadas en sumarse tienen que inscribirse a través de la plataforma Bandoticket. Deberán pagar una cuota de cinco euros, dinero que a través de Cruz Vermella se destinará a ayudar a los damnificados por los terremotos de Turquía y Siria.