Carnota: una corporación irreconciliable que debilita al gobierno

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA / LA VOZ

CARNOTA

Imagen de los integrantes del gobierno local de Carnota en el pleno de investidura de Juan Manuel Saborido
Imagen de los integrantes del gobierno local de Carnota en el pleno de investidura de Juan Manuel Saborido MARCOS CREO

La tensión entre los grupos se ha suavizado, pero las discrepancias continúan vigentes

17 oct 2021 . Actualizado a las 13:18 h.

Históricamente, la vida política en Carnota ha sido convulsa, sin embargo, la mayoría absoluta del BNG en el mandato pasado propició un período de cierta tranquilidad que saltó por los aires con la convocatoria de las municipales del 2019. La polémica y la crispación rodearon la campaña desde su inicio, con enfrentamientos entre BNG y PSOE y cruce de acusaciones mutuas de enturbiar el clima preelectoral con ataques personales a sus respectivos candidatos. La cosa no mejoró tras el paso por las urnas, con la dimisión del cabeza de lista nacionalista antes incluso de tomar posesión denunciando una campaña «de acoso y derribo» promovida por integrantes del partido del puño y la rosa, ni tampoco en los meses posteriores. Con la pandemia el tono se suavizó y se abrió mayor diálogo, pero la corporación sigue pareciendo irreconciliable.

Esta situación debilita al gobierno local en minoría que encabeza el socialista Juan Manuel Saborido, que ya ha visto en más de una ocasión como BNG y PP se ponían de acuerdo y trastocaban sus planes. Ocurrió con las asignaciones por las dedicaciones exclusivas del regidor y la teniente de alcalde -que tuvieron que ir dos veces a pleno para aprobarse-; con el proyecto de mejora ambiental del faro de Lariño o con una partida de 103.000 euros del POS que el ejecutivo pretendía destinar a gasto corriente y que acabó asignada en su mayor parte, precisamente, a la obra de Lariño mediante una enmienda planteada por los nacionalistas que recibió el respaldo del PP.

 Desencuentros públicos

Cierto es que, al menos de puertas hacia afuera, el tono de los enfrentamientos entre los grupos se ha suavizado tras un inicio del mandato con desencuentros que se hacían públicos de forma de constante. Sin embargo, las desavenencias que les separan siguen siendo evidentes, y prueba de ello está en que el Concello funciona a golpe de prórrogas con los presupuestos aprobados por el anterior gobierno carnotano y no hay visos de que esta situación vaya a cambiar ni en los próximos meses, ni en los próximos años. Y la culpa, como siempre, es de los demás.

Por parte de la oposición se acusa al ejecutivo local de actuar con arrogancia y de una absoluta falta de diálogo con el resto de grupos. Desde las filas del BNG apuntaban al cumplirse el ecuador del mandato a un interés nulo por parte del gobierno en sacar adelante las cuentas, mientras que desde el PP, que siempre se ha mantenido al margen de las disputas públicas entre nacionalistas y socialistas, también critican la falta de diálogo y de transparencia.

Por su parte, en el PSOE arrojan la pelota al tejado de la oposición y los acusan de cerrarse en banda echando por tierra cualquier intento de negociación para sacar adelante un nuevo proyecto de presupuestos. Hace unos meses, el alcalde aseguraba que había un borrador sobre el que sentarse a trabajar en busca de un acuerdo, pero a estas alturas del año ya ha renunciado a ello, y no parece que las tornas vayan a cambiar demasiado en lo que resta de mandato.

 Asignaturas pendientes

Con unos posicionamientos tan marcados y tan distantes como los que muestran los distintos grupos de la corporación de Carnota, la intentona que hizo el PSOE al llegar a la alcaldía para incorporar a su gobierno al BNG en busca de un ejecutivo con la mayoría necesaria para sacar adelante cuestiones tan importantes como las cuentas o el plan urbanístico -otra de la grandes asignaturas pendientes- suena más a un gesto de cara a la galería que a un intento real de crear un proyecto común.

No se puede olvidar que en aquel momento las hostilidades entre unos y otros estaban en su máximo apogeo, y aunque transcurridos los meses por parte del ejecutivo se insiste en que la mano está tendida, ni se oculta que la relación con la oposición es manifiestamente mejorable ni desde el otro bando se da demasiada credibilidad a la oferta de diálogo. Además, el BNG, que acusó el golpe de la dura derrota electoral al pasar de ser la primera fuerza política en el municipio a la tercera, asumió que su papel estaba fuera del gobierno desde el primer momento.

En cuanto al PP, que suma cinco concejales, los mismos que el PSOE, nunca, ni tras los comicios ni transcurridos los primeros meses de mandato, hizo amagos de intentar hacerse con el bastón de mando, sabedor de que el Bloque a nivel autonómico nunca lo aprobaría.

Así las cosas, sería una sorpresa que hubiera movimientos importantes de cualquiera de las tres fuerzas de aquí a la próxima cita con las urnas y parece que todo seguirá como hasta ahora, entre una calma tensa.