La abuela de Quilmas dio su última puntada

Marta Gómez Regenjo
M. Gómez RIBEIRA / LA VOZ

CARNOTA

Enriqueta, en una imagen de archivo el día que cumplió cien años
Enriqueta, en una imagen de archivo el día que cumplió cien años SANDE

Carnota perdió esta semana a su vecina más longeva casi un mes después de cumplir 106 años

08 may 2020 . Actualizado a las 10:15 h.

Mañana, la abuela de Carnota, Enriqueta Bermúdez, habría cumplido 106 años y un mes. No es poca cosa, a esa edad, una semana más, un día más, cuenta. Y ella dejó de hacerlo el miércoles, cuando esta costurera de Quilmas dio su última puntada: «Foise apagando pouco a pouco». Superado el siglo de vida, su familia sabía que antes o después tendrían que despedirse, pero eso no lo hace menos doloroso para una nuera y unos nietos que la adoraban: «Era moi boa, e entre todos fixemos unha boa piña».

Su nuera, que enviudó hace diez años del único de los cinco hijos de Enriqueta que llegó a la edad adulta, habla de ella con dulzura, a pesar de sus disputas jugando a la brisca: «Algunha trampa facía, era moi lista. Levábaa comigo os domingos visitar á miña familia en Lira e xuntabámonos para xogar ás cartas, era moi amiga diso. Ata que caeu iamos todas as semanas». Una caída a finales del pasado agosto en la que se abrió la cabeza y que la mantuvo hospitalizada una semana le pasó factura y afectó a su movilidad. Hasta entonces, Enriqueta había mantenido una vida activa: «Ela traballaba, cosía, dobraba a roupa que era unha marabilla, non facía falta nin pasarlle a prancha».

De joven fue costurera e iba de casa en casa cosiendo para otros, y también calcetaba, dos oficios que con el paso de los años acabaron siendo su principal distracción. Con 105 años, aún hilvanaba ella misma las agujas, y equipó a toda la familia con sus bufandas: «Faría 20 ou 30 o ano pasado, encantáballe calcetar. Todos lle dicíamos que eran moi bonitas e estaban moi ben feitas e ela estaba moi ilusionada, porque lle gustaba facer as cousas ben».

Sobrevivió a todos sus hijos y enviudó joven, pero salió adelante cosiendo y yendo a la montaña a vender pescado o cambiarlo por patatas y maíz: «Fixo o que puido para gañar un patacón. Era unha muller moi traballadora, se podía quitábache a ti traballo de encima. Eu penso que xa nin se queixaba por non dar traballo».

Con sus nietos desperdigados en distintas ciudades, no pudo reunirlos para celebrar su 106 cumpleaños el pasado 9 de abril, pero todos la acompañaron, ese día y todos los siguientes. Incluso el miércoles pudo verlos a través de una pantalla para despedirse a su manera. «Foi moi loitadora, e con moitas ganas de vivir sempre». Hasta el final.