Domingo Caamaño: «Naufragamos a 32 millas de terra, pero atopáronnos a 50 e por casualidade»

Jose Manuel Jamardo Castro
j. m. jamardo RIBEIRA / LA VOZ

CARNOTA

jorge parri

LOBOS DE MAR | Domingo Caamaño González, Chuchú | Armador jubilado de Lira, este carnotán fue de los primeros en España que llevó a turistas en su barco

30 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Domingo Caamaño González, Chuchú, (Lira, 1952) conoce las aguas de la ría de Muros-Noia y de parte de la Costa da Morte como la palma de su mano. Durante muchos años fue un asiduo de ellas, pues el mar era su medio de vida y su pasión. Ahora disfruta del placer de navegar como un aficionado más y, eso sí, sale a pescar cuando le apetece, por puro placer, no como antes, que era una obligación: «Había que darlle de comer á familia».

La vida de Chuchú ya arrancó de forma diferente. Cuando nació, sus padres le pusieron de nombre Jesús, y así figura en el asentamiento de la iglesia en la que se bautizó. De ahí su apodo. Sin embargo, uno de sus abuelos fue el encargado de anotarlo en el juzgado y, a pesar de las advertencias y ruegos de los de casa, quería que llevase su nombre: Domingo. Oficialmente es Domingo, pero para familiares, amigos y vecinos es, y será, Jesús.

Como muchos jóvenes, tuvo que arrimar el hombro desde muy joven. Con 14 años ya salía a pescar en el barco de su padre. Pero su ambición iba más allá, en busca de la mayor rentabilidad. A los 17 años se subió a un petrolero liberiano, iniciando así una carrera hasta los 29 años por diferentes buques cuyo principal transporte eran los combustibles. «Naveguei polos cinco continentes, e pasoume de todo».

Atrapados en el hielo

Largas jornadas a bordo dieron para mucho. Leer, pensar, escribir. «Eran travesías interminables e daquela tampouco viñas con frecuencia á casa. Pasabas moitos meses seguidos a bordo». Cuando echa la vista atrás recuerda dos episodios que le marcaron mucho. Uno de ellos fue en aguas de Canadá, en pleno invierno. El petrolero en el que navegaban quedó atrapado en el hielo debido a una avería: «Botamos alí dous meses. Nunca tanto frío pasei. Menos mal que estabamos preto de terra e un helicóptero levábanos cada dous días a unha vila que estaba preto. Foi moi duro».

Domingo Caamaño también es un hombre que vivió amargas experiencias. «A vez que máis medo pasei na miña vida foi nun naufraxio no Pacífico». Acababa de embarcar en otro gasero de bandera liberiana: «Vinlle as orellas ao lobo». Llevaba solo cinco meses haciendo la ruta entre Colombia y Perú y el barco se incendió, hace ahora 43 años. Hubo que «arriar os botes salvavidas». En la nave viajaban 40 personas y tenían dos lanchas. Pasaron en el agua 48 horas y los rescataron de casualidad. «Naufragamos a 32 millas de terra, pero atopáronnos a 50 e por casualidade. Uns barquiños dunha empresa recibiron unha chamada de auxilio e saíron mirar por nós. Cando ían dar volta, e grazas ao empeño dun mariñeiro, esperaron un pouco máis e atopáronnos».

Pero Chuchú también hizo historia en Lira. Compró un barco y se dedicó a pescar por la zona. El pósito apostó por el turismo marinero y fue el «primeiro armador de España en levar turistas no barco. Non era polo que ganabas, pois en ocasións perdías cartos, senón por axudar á confraría nese proxecto tan bonito e que ao final non saíu adiante. Aínda así durou catro anos».

Recuerda con mucho cariño esa época, pues por la embarcación Nuevo Perla pasaron cientos de curiosos de todo el mundo, e incluso periodistas y televisiones tan remotas como algunas procedentes de Japón. Las historias a bordo fueron numerosas, desde hablar por señas hasta los típicos mareos: «Algunha vez tivemos que dar volta porque había xente que se poñía moi mal e perdiamos o día. Algunha vez saiamos moi prexudicados».

Aficionado al fútbol

Domingo Caamaño lleva siete años jubilado. Dice que al principio le costó bastante colgar las botas y la ropa de aguas, pero «co paso dos meses funme acostumando moi ben á nova vida». Es un gran aficionado al fútbol y casi todos los domingos sube al campo de juego para animar al equipo de su parroquia. También le gusta ver los partidos en el bar con los amigos.

Los primeros años de su inactividad «non quixen volver ao mar. E a verdade é que nin me acheguei, pero hai uns catro anos animoume o fillo para ter un bote na casa e compramos un. Pouco a pouco foime gustando ir pescar para pasar o tempo e agora saio sempre que podo e o tempo sexa bo. Ás veces imos uns amigos e pasamos unhas tardes moi agradables».

La vida de Chuchú es muy relajada y tranquila: «Baixo case todos os días ao porto. Vexo o mar e estou por alí falando cos mariñeiros. Tamén fago longos paseos, pero onde paso o tempo é na horta, xa que crío animais para entreterme».

El declive de la pesca

Este armador jubilado ve con preocupación el futuro del sector pesquero en la zona y en especial en Lira. En este sentido, comenta que «a pesca está en declive. Xa non se gañan os cartos de antes e esa situación está provocando que moitos mariñeiros deixen a profesión e se dediquen a outras cousas. Moita xente de aquí emigrou».

Explica que, hace años, «saías e collías de todo ou cambiabas de arte sen ningún problema, pero na actualidade todo son prohibicións e restricións. Están continuamente enriba de ti e xa non se pode traballar con normalidade. Moitos optan por mandar o barco á chatarra e dedicarse a outras cousas máis tranquilas e menos perigosas».