Cruceiros reducidos a escombros por las embestidas del tráfico

Marta Gómez Regenjo
Marta Gómez RIBEIRA

CARNOTA

MARCOS CREO

La comarca cuenta con variados ejemplos de cruces que fueron arrolladas. Algunas esperaron décadas para ser reparadas

14 feb 2019 . Actualizado a las 20:32 h.

Con su propia supervivencia pagan los cruceiros su estratégica situación al borde de las principales vías de comunicación de la comarca. Esta afirmación podría parecer una exageración si no fuera porque es cierta, como demuestran las decenas de casos de patrimonio atropellado que se han registrado en los últimos años. Los accidentes en los que se han visto implicados estos tradicionales elementos de la arquitectura popular suelen acabar con las piedras por los suelos hechas añicos, como ocurrió hace solo un par de semanas en el municipio de Carnota.

Un conductor que se quedó dormido al volante se salió de la vía y se llevó por delante el cruceiro situado en la curva de Pedrafigueira. Por fortuna, el accidente se saldó sin consecuencias graves para el conductor, aunque no puede decirse lo mismo de la cruz de piedra que arrolló. El monumento quedó destrozado, pero podrá ser reparado. Ya se ha realizado una valoración del coste y se está a la espera de la respuesta de la aseguradora del vehículo, que tendrá que correr con los gastos del arreglo como ya ocurrió en otros episodios registrados en la comarca.

Otro ejemplo relativamente reciente es el del cruceiro de A Virxe Negra o de Sobreviñas, situado justo en la intersección de la carretera que une Noia y Boiro y el vial que atraviesa O Confurco. El caso es que este elemento sufrió el segundo atropello del que se tiene constancia en el 2012 y pasaron tres años hasta que volvió a colocarse en su lugar. Célebre es también el accidente que en el 2001 redujo a pedazos el Desenclavo de Eiroa, también en Noia. Dada su importancia patrimonial, hasta se desplazaron al lugar para analizar las consecuencias técnicos de la Dirección Xeral de Patrimonio, y finalmente la pieza pudo recomponerse tras mucho trabajo y una inversión de casi 17.000 euros.

También en Nebra

Por esa misma época se supo que los vecinos de Quintáns, en Nebra, llevaban más de un año esperando a que la Administración asumiera la reparación de un cruceiro que a principios de siglo sufrió el segundo atropello de su historia. En el primer accidente, pasaron siete años hasta que la pieza se restauró.

Pero la palma en cuanto a tardanza se la lleva el cruceiro de San Pedro de Outes, cuyas piezas estuvieron más de tres décadas desperdigadas en varias fincas hasta que en el 2012 los vecinos lograron recomponerlo.