La Torre de Goiáns, el pazo que sobrevivió a los irmandiños y a la especulación

Ramón Ares Noal
MONCHO ARES RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

Quince años después de su adquisición, el inmueble principal luce restaurado

25 may 2022 . Actualizado a las 16:04 h.

«Lembro o día que viñemos visitar o pazo. Cando entramos na finca, viña comigo o concelleiro Javier Cortés. Iamos polo camiño que leva ao embarcadoiro, cos representantes de Eroski, e Javier díxome: ‘Deira, si conseguimos isto para Boiro, o noso paso polo goberno estará xustificado’. Desde aquela, sempre penso que ese camiño debería levar o nome de Javier Cortés!». Lleno de orgullo, se expresaba esta semana el que fue alcalde de Boiro, por el BNG, Xosé Deira, en la entrada misma del pazo de la Torre de Goiáns, poco después de que el conjunto abriera sus puertas al público tras ser sometido a una salvadora restauración.

Y es que fue el propio Deira el que tuvo el honor de firmar la adquisición de la propiedad en el año 2007, después de que en 1999 trascendiera que tanto la finca como el inmueble estaban en venta y el alcalde de entonces, Jesús Alonso, propusiera crear una comisión municipal que estudiara su adquisición, atendiendo las peticiones formuladas tanto por el PSOE como el BNG. No obstante, en mayo del 2001, la firma Eroski se hacía con una opción de compra con la intención de aprovechar la finca para levantar un hipermercado, pero necesitaba una recalificación de terrenos, operación que los grupos políticos consideraban especulativa.

El Concello respondió pidiendo la cesión de la torre, en lugar de los 140.000 metros cuadrados que por ley pasarían a ser de titularidad municipal, y entabló conversaciones con Eroski, que llegó a plantear más ventajas con el fin de llevar a cabo sus planes, pero en el 2003 se produjo un cambio en la alcaldía, que pasó a ocupar Xosé Deira Triñanes y este lanzó el órdago definitivo: la compra del pazo y la finca de Goiáns.

Firma de convenio

En el 2007, Administración local y empresa vasca firman un convenio por el que el conjunto pasaría a ser municipal a cambio de terrenos en A Pedreira, en los que Eroski podría levantar el hipermercado y realizar otras actuaciones urbanísticas, pero en el 2009, el BNG, a través del diputado Francisco Jorquera, introduce una enmienda en los presupuestos del Estado, por importe de cuatro millones de euros, en el paquete de contraprestaciones a su apoyo al proyecto económico del Gobierno de Zapatero, el paso definitivo para que pase una adquisición que se hace efectiva en octubre del 2010.

Desde entonces y hasta el lunes de esta semana, la finca y las construcciones pasaron por un sinfín de avatares, ya que los inmuebles se fueron deteriorando por el abandono, puesto que necesitaban actuaciones de restauración y cambios de cubierta urgentes que sumaban una fuerte inversión difícil de afrontar por las arcas municipales afectadas por la crisis económica, hasta que finalmente, con fondos propios y de otras Administraciones, se consiguen afrontar las obras para rehabilitar la joya arquitectónica: el pazo y la torre.

De esta forma, el inmueble que incluso jalona el escudo municipal de Boiro, lograba sobrevivir a intereses especulativos y pasaba a ser propiedad de todos los boirenses, como se encargaron de recordar esta semana autoridades y representantes del movimiento cultural y social, tanto barbanzanos como foráneos, con motivo de su apertura, el lunes, y la celebración del Día das Letras Galegas, que en este recinto concentra el grueso de las actividades barbanzanas desde que la asociación Barbantia eligió este espacio, en el 2011, para centralizar los actos de esta efeméride.

Cambio de manos

Dicen las crónicas históricas que la Torre de Goiáns sobrevivió a las revueltas irmandiñas del siglo XV, al menos parte de la construcción, y a lo largo de los siglos, la propiedad cambió varias veces de manos, siendo sometida a actuaciones que incluso cambiaron la fisonomía de las construcciones que rodean o están próximas a la torre.

A la historia concreta del conjunto habría que añadir innumerables vivencias de los boirenses y curiosidades, como que en los años treinta del siglo pasado, entre sus paredes cosía la poetisa de Noia María Mariño, ya que una tía suya trabajaba de cocinera en el pazo.

Pero no está todo dicho del pazo de Goiáns, porque, como señaló el alcalde de Boiro, José Ramón Romero, queda mucho por hacer, como la rehabilitación de otros inmuebles y de la finca, y dotarlo de contenidos.