Adiós profesora Maruja, ejemplo de docente y de persona

BOIRO

María Elena Lorenzo
María Elena Lorenzo

La vecina de Boiro María Elena Somoza era una persona comprometida con el magisterio y con la parroquia de Santa Baia

21 may 2022 . Actualizado a las 19:55 h.

Por lo general, el anhelo de los años felices de la niñez ejerce en nuestros recuerdos un efecto selectivo que envía los malos a una zona oscura de la memoria, donde no desaparecen, pero tampoco la empañan. Me pasó con algunos profesores de los años sesenta y setenta, que, a pesar de emplear el «magisterio de la vara» más de la cuenta, quizás alentados por aquel «vostede déalle» que le decían nuestros padres, no han dejado en mi huella negativa alguna. No era el caso de la profesora Maruja, como así conocimos a María Elena Lorenzo Somoza, de la cual, aunque no fue maestra mía, tuve el honor de recibir enseñanzas en una materia ajena a su profesión, pero no a su pasión, para formar parte de un grupo de monaguillos cantores o de actor secundario en una obra de teatro en los festivales navideños de la Acción Católica.

En 1967, en el colegio Martín Gómez, niños y niñas estábamos separados en el centro educativo. Las niñas, en la planta de arriba; los niños, en la de abajo. Ellas tenían profesoras; nosotros, profesores. A pesar de la separación, todos sabíamos quienes eran los profesores buenos y los malos, de unas o de otros. Y la profesora Maruja superaba con creces la evaluación de sus alumnas, pero también de los que nos encontrábamos con ella por la calle o en la iglesia, ya que era muy devota y comprometida con la parroquia de Santa Baia.

En su cara brillaba siempre una sonrisa que solo en una ocasión vi truncada por las gamberradas de aquel grupo de monaguillos que ensayábamos para actuar en la velada navideña y no lograba enderezarnos, hasta que nos puso en la tesitura de ser excluidos del festival con lo que logró hacer con aquellos revoltosos una divertida actuación que quedó grabada para siempre en nuestra memoria.

La profesora Maruja era extremadamente buena y amable, comprometida con el magisterio que impartió a decenas de niñas que todavía hoy la recuerdan con cariño. Sus gafas oscuras no taparon una personalidad inolvidable para Boiro y varias generaciones de mujeres. Su tono de voz sosegado transmitía paz. Su sonrisa, cosechaba cariño. Y su compromiso social multiplicaba hasta el infinito todo su ser.

La profesora Maruja, además de católica practicante, se implicó siempre a fondo con la parroquia, asumiendo la organización de la Semana Santa, con especialmente dedicación al vestuario de los participantes, así como otras actividades, como los festivales navideños, o la catequesis. Su dedicación a la Iglesia la hizo acreedora de la Cruz Pontificia que le concedió el Vaticano en el 2012 y le fue impuesta por el arzobispo Julián Barrio.

Perteneciente a sendas emprendedoras familias Boiro, los Lorenzo y los Somoza, se casó con Manuel Piñeiro, boticario en la histórica farmacia de Carbajosa, con el que tuvo dos hijas, Juana y Estrella, y un hijo, Manuel.

Sus restos saldrán mañana a las 16.15 del tanatorio de Boiro a la iglesia de Santa Baia, donde se oficiará el funeral y posterior entierro.