Ella es la gallega más tronchante de TikTok

BOIRO

CARMELA QUEIJEIRO

Esta boirense de 53 años se ha hecho viral con su monólogo sobre cómo los padres no «se dan quitado» a los hijos de encima. El vídeo de Oliva sin hache, la chica de pelo blanco que hace chistes, va por los once millones de visualizaciones

26 nov 2021 . Actualizado a las 10:59 h.

Es cañera, dice palabrotas y ya divertía mucho a sus seguidores tiktokeros antes de que se hiciera viral su vídeo sobre las etapas que se pasan al tener hijos, «un trabajo para toda la vida», afirma Oliva Lojo (Boiro, 1968): «Los primeros años no duermes y te pasas 24 horas intentando que sobrevivan. Cuando tienen entre 8 y 10 años, ya puedes ir a cagar sin que nadie te esté mirando, pero te matan las extraescolares. En la preadolescencia tienes un pequeño descanso, están todo el día metidos en su habitación. Solo tienes que ir de vez en cuando a ver si se los ha comido la mierda. Adolescencia: volvemos a la casilla de salida. Noches sin dormir esperando a ver si llegan borrachos o drogados. Luego se independizan. Dura poco. Se dan cuenta de que vivir solo es muy caro. Pero llega un momento en que encuentran una pareja, deciden irse a vivir juntos y formar una familia. Al principio se lleva mal, nido vacío le llaman, y cuando por fin estás empezando a vivir te traen a los nietos y decides malcriarlos, aunque solo sea para joder a la nuera». Once millones de visualizaciones y hay que oírlo con la retranca de la autora, @oliva_sinhache, porque te tronchas de risa.

«ERA LA GRACIOSA DEL GRUPO»

Aunque su hijo tiene 15 años, esta boirense de ojos azules, característico cabello blanco y 53 años, describe con suma ironía y gran desparpajo la experiencia completa de la maternidad. «El mío está en la etapa de estar encerrado en la habitación y tengo que ir a mirar de vez en cuando a ver si está bien», confiesa. «A veces se me queja porque piensa que estoy hablando de él, pero no es cierto. También hablo de mi marido, o de mi ex o de mi novio y resulta que no tengo. Todo es ficción».

Otro de sus grandes éxitos fue cuando contó lo que ocurre cuando tienes más de 50 años, has parido y estornudas de repente. Aparecía con el pantalón mojado como si se hubiese hecho pis y miles de mujeres (lleva un millón de visualizaciones) se sintieron identificadas. «A mí eso no me pasa, pero la gente empezó a interactuar muchísimo con ese vídeo. La verdad es que estoy alucinando con todo este éxito. No me lo creo. Ahora voy por las calles de Boiro y me siento como la Pantoja, porque ves que la gente cuchichea y mira para ti. También me paran y me piden fotos [risas] '¿Me dejas sacar una foto contigo? Porque si no, ¡no me van a creer que te conozco!', me dicen».

En la vida real, Oliva habla sin tapujos, como en muchos de sus monólogos en TikTok e Instagram, redes en las que acumula doscientos mil seguidores. «Esta es mi forma de ser. El humor que muestro en mis vídeos es el que tengo cuando voy de cañas con mis amigas». Fueron ellas, y una hermana, las que la animaron a lanzarse en público a la plataforma, porque ya veían que tenía posibilidades.

Ella sabía que era graciosa con sus amigas, pero no se imaginaba este éxito. «Ahora soy la madre más tronchante de TikTok». Y ya dice cosas como «¡Sígueme y dale a like para ver la segunda parte!». Una auténtica profesional del humor en redes sociales, aunque le rente muy poco. «Para darte un pequeño capricho nada más, de momento».

VECINOS QUE NO DAN CRÉDITO

Como por circunstancias personales, Oliva pasa mucho tiempo en casa, su exposición en redes le permite relacionarse con numerosas personas. «Vivo sola con mi hijo, soy ama de casa y no tengo marido. Tengo vida social gracias a TikTok, porque interactúo mucho con la gente».

Con el vídeo de los hijos empezaron a llegarle notificaciones y mensajes de todas partes. Esos desternillantes 46 segundos han viajado de un smartphone a otro sin parar durante este último mes. Se han jaleado, vitoreado, comentado y todavía hoy, se siguen compartiendo. «Sé que mis vídeos se comparten mucho por los grupos de WhatsApp. Con uno incluso me pasó una anécdota tremenda. Yo bromeaba con que había ido a correr y preguntaba a ver si alguien me llevaba de vuelta a casa en coche. Bueno, pues un matrimonio mayor que vive en Cabo de Cruz fue a recogerme porque su hija les pasó el vídeo, ¡pero ya habían pasado dos semanas de eso!».

Su imagen es muy reconocible. Entre los ojos azules y el pelo blanco, no tiene pérdida. «En Boiro la gente alucina, porque allí soy una señora normal, que va a la plaza por la mañana o a llevar al niño a la parada del bus, cuando era más pequeño. Y de repente, me empezaron a ver en los vídeos. Claro, mis amigos saben cómo soy, pero aquí hubo alguna vecina que no se creía que fuera yo. Como no me conocen de cachondeo, les sorprende muchísimo».