El establecimiento celebra hoy cincuenta años de atención al público y de compromiso social con la villa

MONCHO ARES

Cuenta Isabel Vázquez Dieste que sus padres decidieron ponerle el nombre de Bocacho al bar que regenta, establecimiento que hoy cumple medio siglo, porque era muy pequeño, pero «un bo cacho» para el gran negocio hostelero que acabó siendo. A cualquiera que no haya sido testigo de los cambios que el local ha experimentado en cincuenta años le extrañará que, siendo tan exiguo, en su interior se desplegara una bolera. La realidad es que la pista se encontraba en un anexo que sucumbió a la expansión de Boiro y a la apertura de la avenida de la Constitución.

Si físicamente un local tan pequeño pudo albergar una bolera cuyas pistas duplicaban la longitud del bar, es decir, un enorme contenido en un reducido continente, desde el punto de vista social y sentimental, el Bocacho obró un milagro similar en Boiro, porque en sus estrecheces se sentaron las bases de, por ejemplo, una institución como el Centro Cultural y Deportivo de Boiro. De ello dejó constancia el presidente fundador de esta entidad, el abogado Manuel Fabeiro, en una entrevista publicada en La Voz de Barbanza hace 23 años, en la que apuntó: «Unos cuantos muchachos decidimos, hace ahora 25 años, crear una asociación que cubriese ese vacío de actividades. Recuerdo que la primera reunión que mantuvimos la celebramos en el bar Bocacho y de esa asamblea salió la junta directiva eventual que yo encabecé».

Germen del Boiro

Pero hay más, porque en el chiquito negocio también se fraguó la transición del Barraña para convertirse en el Club Deportivo Boiro, como atestiguan algunos de los participantes en las reuniones que se celebraron en la primera planta del mismo inmueble, que tanto valía como local para ir dando contenidos culturales y deportivos a un pueblo en construcción, como para rematar las fiestas que los chavales de la época empezaban abajo, con Manuel Vázquez -Manolo o do Bocacho-, y remataban arriba para esquivar la vigilancia de las fuerzas del orden, que eran pocas, pero persistentes.

Las aportaciones del bar Bocacho al desarrollo de Boiro son tan meritorias como sus orígenes. Se levantó sobre un solar de la familia de Isabel Dieste, la matriarca que trajo al mundo a siete hijos: Juan, Carmiña, Isabel, Sonia, Dani, Carlos y Jorge. Manuel Vázquez, el patriarca, echó mano del entonces recurrible método de ir haciendo la obra a medida que completaba mareas embarcado, de forma que, primero, realizaron el pequeño local que, en principio, albergó una taberna de la época, que tanto servía unos vinos como vendía productos alimenticios básicos. Luego, construyeron la primera planta, que se convertiría en la vivienda familiar, y así hasta completar el edificio.

El inmueble se adelantó al desarrollo urbanístico de Boiro, de ahí que se adaptara a un terreno sin escuadrar, lo que se aprecia hoy en día en su singular fisonomía. A finales de los años ochenta, la excavadora se llevó por delante el anexo que albergaba la bolera para abrir la calle Ancha, y el Bocacho vio reducida su superficie a la de los orígenes.

Previamente, en 1969, Manolo e Isabel habían dado el paso de convertir la taberna que se abría cuando él llegaba de navegar en un bar que funcionaba todos los días, en el que se servían vinos y tapas. Manolo era el relaciones públicas, el que estaba detrás de la barra; e Isabel la cocinera, que hizo famosas las tapas de oreja de cerdo, pinchos morunos y mejillones a la vinagreta, así como los bocadillos de jamón asado. El cambio de costumbres de la clientela se llevó de la carta las tres primeras viandas, pero no los últimos, que siguen formando parte de ella.

Una familia involucrada

No fue casualidad que en el seno del Bocacho nacieran entidades como las citadas, porque la familia Vázquez Dieste siempre estuvo comprometida con la sociedad de Boiro, formando parte de directivas, encabezándolas, amparándolas o ayudándolas, y los descendientes de Manolo e Isabel do Bocacho siguen haciendo gala de lo aprendido en casa extendiendo el legado recibido del compromiso social.

Isabel Vázquez Dieste cogió el testigo de sus padres. El establecimiento es uno de los más concurridos de Boiro y preferido de muchos. Entre ellos, de una estrella del fútbol como fue José Luis Fidalgo Veloso, el célebre Veloso del Real Madrid que todos los veranos acudía a Boiro y que falleció hace escasamente un mes. Isabel recuerda las pandillas de antes, de las que dice que eran muy sanas e iban al bar a tomar las tazas; los navegantes que celebraban por todo lo alto el regreso a casa.

¿Y la clientela de ahora?: «Tenemos una buena clientela. Aquí somos una familia. Me considero una privilegiada, porque los clientes habituales son gente muy educada. Presumo de la gente que viene al bar. Son respetuosos, lo fueron con mi padre y lo son con toda la familia. El ambiente del Bocacho es muy familiar, y creo que es fruto de las bases que sentó mi padre», declara orgullosa Isabel Vázquez que hoy, a partir de las 20.00 horas, celebrará cincuenta años de actividad con sus clientes y vecinos, a los que ofrece lo que siempre ofreció el Bocacho, cincuenta años haciendo Boiro.