Rañeiros y mariscadoras de Cabo de Cruz llegan a las manos por las zonas de trabajo

Jose Manuel Jamardo Castro
J. M. Jamardo RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

GUS DE LA PAZ

Las productoras de a pie acusan a los de a flote de extraer bivalvo dentro de su área

19 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El ambiente en la cofradía de Cabo de Cruz (Boiro) llevaba tiempo enrarecido. Las fiestas del Carmen de esta semana lograron relajar un poco las tensiones, pero no lo suficiente como para borrar tiranteces entre los productores de a pie y los de a flote, que ayer estallaron a las puertas de la lonja. El colectivo de productoras de a pie se plantó. Acusa a sus compañeros de a flote de invadir sus concesiones y extraer el bivalvo de sus zonas. En protesta, se presentaron delante de la rula para impedir que los rañeiros vendiesen el producto. Su producto, según decían.

Algún saco de berberecho acabó por el suelo tras los forcejeos en la puerta de la rula El conflicto arrancó bien de mañana. Cuando los de a pie llegaron a trabajar al banco de Mañóns, cerca de donde faenaban los de a flote. Fue la presidenta de las productoras, Charo Vázquez, la que comentó que los de las embarcaciones se habían metido en su zona de trabajo y, en protesta, optaron por dejar de mariscar. Algunas, incluso devolvieron al mar el bivalvo que ya habían extraído. De allí se dirigieron a la lonja y bloquearon la entrada en un intento de impedir que las capturas de los rañeiros fuesen puestas a la venta.

El colectivo se hizo fuerte a las puertas de la rula, donde se presentó al Guardia Civil, llamada a garantizar que los productores de a flote accediesen a la lonja con el marisco. Por eso convocaron a una reunión a la presidenta de las mariscadoras y al patrón mayor del pósito, José Manuel Pérez, mientras los rañeiros iban atracando a puerto, pero sin atreverse a bajar el marisco, dado que los de a pie pretendían que, si ellos no habían podido trabajarlo, tampoco debería hacerlo el otro colectivo.

Pero su propuesta decayó ante el peso de la ley. Los agentes advirtieron a Vázquez que era ilegal impedir la entrada del bivalvo y esta trató de calmar los ánimos a su gente. Pero aún así, cuando, protegidos por la Guardia Civil, los rañeiros llevaban sus capachos al interior de la lonja, los de a pie trataron de impedirlo y provocaron momentos de tensión en los que no faltaron los forcejeos, las agresiones físicas, los improperios, insultos, malos modos que finalmente consiguieron atajar los agentes tras identificar a algunas de las personas que detonaron los enfrentamientos.

El bivalvo, finalmente, pudo ser introducido en el recinto y puesto a subasta.

Principio de acuerdo para delimitar las zonas de trabajo de ambos colectivos

La mediación de la Guardia Civil consiguió que el patrón mayor y la presidenta llegasen a un acuerdo. Charo Vázquez reunió a sus compañeros para explicarles que el problema estaba arreglado, pues el responsable del pósito, «comprometeuse a mandar as coordenadas para delimitar as zonas e tamén que ían multar a quen se metese no noso terreo». También Pérez intentó detallar a los socios el pacto alcanzado, pero fue abucheado y regresó al interior del pósito.

Vázquez avisó al colectivo que era ilegal impedir que vendiesen y les propuso que los compensaría con más topes de marisco. Aún así, los de a pie insistían en que los de a flote devolviesen el marisco al mar, algo a lo que se negaron.

Invitación a los compradores

La tensión fue en aumento y permanecieron en las proximidades hasta la hora de la subasta. A las cuatro de la tarde comenzaron a llegar los compradores, a los que invitaron a no participar, pero estos hicieron caso omiso y entraron a adquirir el bivalvo. El patrón mayor, José Manuel Pérez, declinó dar su versión de los hechos y explicar la situación.

El presidente de la agrupación de a flote y vicepatrón mayor, José Abuín, tampoco quiso extenderse mucho en el conflicto y tan solo dijo que un 95 % del sector de los rañeiros «estamos a traballar ben».

El berberecho que pasó por la lonja llegó a los 18 euros el kilo, un precio similar al de la almeja babosa, mientras que la japónica alcanzó los 22 euros.