Las mentes maravillosas del Praia Barraña

A. Parada RIBEIRA / LA VOZ

BOIRO

MARCOS CREO

Los cuatro alumnos que representaron al instituto boirense en la olimpiada matemática analizaron el peso de la experiencia en sus futuros

29 ene 2019 . Actualizado a las 15:51 h.

«Si, é difícil explicar por qué un grupo de alumnos decide quedar despois de clase para resolver problemas», la que habla es la joven Marina Ramallo, una de los cuatro estudiantes de segundo de bachiller del IES Praia Barraña que representó al centro boirense en la fase autonómica de la olimpiada matemática, una exigente competición que lleva celebrándose más de medio siglo. Junto a ella, que obtuvo una de las diez menciones de honra, estuvieron compitiendo otras tres mentes maravillosas moldeadas en las mismas aulas: la de Pablo Manuel Piñeiro -tercero a nivel gallego-, la de Jorge Hermo y la de Miranda Carou.

Estos cuatro jóvenes tienen un denominador común y es que forman parte del Aquelarre de Cerebros, un grupo de una docena de estudiantes y el docente Álex Cortés que se reúnen fuera del horario lectivo, simplemente, por el mero hecho de resolver problemas, o como Hermo lo define sarcásticamente: «Cada un complícase a vida como quere». Y también la resuelve a su gusto.

Los orígenes

«Todo naceu de levarlles problemas á clase dende cuarto da ESO», adelantó Cortés indicando que cuando se juntan no se ponen a buscar solución a problemas que ocuparían el encerado de una clase, sino a acertijos relacionados con la vida diaria o, incluso, con los de las últimas páginas de este periódico. Lo hacen sin calculadora, pues se trata de un entrenamiento donde priman factores como la lógica y la vía para llegar a la resolución.

«Nin creo que a proba teña un espírito competitivo, nin nós a preparamos especificamente», desveló el docente precisando que se juntaron una tarde sin llegar a resolver ningún ejemplo de casos anteriores. «Exactamente, resolvemos unha cantidade de cero problemas», anotó Piñeiro, que al igual que Ramallo no aspiraban a lograr ningún mérito en la fase autonómica. Es más, incluso habían dejado varios ejercicios en blanco de los seis a los que tuvieron que enfrentarse en series de tres, durante tres horas y media, de mañana y de tarde.

Entre algunos de los retos que se atragantaron estuvo el cálculo del área de un triángulo formado por el rebote de un rayo sobre un trapecio isósceles. 

Un futuro prometedor

«Estivo ben pola vitoria, pero por outra banda é demasiada responsabilidade», explicó Pablo Manuel, sobre cómo afronta su papel en el equipo gallego que disputará la final en Ourense, a finales de marzo. Piñeiro será fiel a su propósito inicial y no piensa prepararse a mayores, sin el equipo, como hicieron muchos alumnos en la primera fase. Y es que lo normal en este tipo de competiciones académicas es encontrarte con alumnos que han estado entrenando, como si del examen de Selectividad se tratase.

Y es que si en algo coinciden tanto estos estudiantes como su profesor, es en el hecho de que la simple participación en la olimpiada o formar parte del Aquelarre de Cerebros dejará huella en sus futuros. Mientras que ellos lo ven como «unha satisfacción persoal máis que académica», en palabras de Hermo, y lo hacen por forjar «outras maneiras de comprender o mundo», en boca de Carou; Cortés tiene claro que todos acabarán vinculados a la ciencia.

Y es que si en algo coinciden, tanto estos estudiantes como su profesor, es en el hecho de que la simple participación en la olimpiada o formar parte del Aquelarre de Cerebros dejará huella en sus futuros. Mientras que ellos lo ven como «unha satisfacción persoal máis que académica», en palabras de Hermo, y lo hacen por forjar «outras maneiras de comprender o mundo», en boca de Carou; Cortés tiene claro que todos acabarán vinculados a la ciencia.

No le falta razón. O al menos hacia eso apuntan los sueños de un futuro ingeniero en biotecnología (Pablo Manuel Piñeiro), una física (Miranda Carou), una ingeniera química o matemática (Marina Ramallo) o un ingeniero informático (Jorge Hermo). Ellos son la fórmula del éxito que se acuñó en el Praia Barraña.