Boiro vivió su propio Totalán hace dos décadas

Marta Gómez Regenjo
M. Gómez RIBEIRA

BOIRO

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El rescate de un vecino del municipio que murió al caer en un pozo de una mina abandonada se prolongó durante horas

22 ene 2019 . Actualizado a las 14:11 h.

Mientras todo el país sigue sobrecogido los avances para rescatar al pequeño Julen del pozo al que se cayó hace más de una semana, en Boiro lo ocurrido en Totalán ha recordado a muchos el suceso que le costó la vida a Óscar Lojo hace más de veinte años. Cuando volvía del curro da Enxa se detuvo a ayudar a una pareja a la que se le había hundido una rueda del coche en Montaña y se lo tragó la tierra. El suelo cedió bajo sus pies y cayó a un pozo de una mina abandonada, iniciándose entonces una operación de rescate sin precedentes en la comarca para tratar de sacarlo con vida del agujero. Nacho Pérez, de Protección Civil, fue de los primeros en llegar al lugar: «Non nos movemos de alí ata que o sacamos».

Fueron casi 40 horas de trabajo sin pausa las que hicieron falta para conseguir rescatar el cuerpo de Óscar Lojo, una actuación contra el reloj en la que los derrumbes eran el principal enemigo de los equipos de emergencias, a los que se sumaron espeleólogos e ingenieros. «Nestes casos tes que actuar moi rápido, pero con moito coidado. Tes que pensar sempre que a persoa á que buscas está viva e non é fácil porque traballas con moita presión, é unha responsabilidade moi grande porque un desprendemento pode acabar con todas as esperanzas», cuenta Nacho Pérez, que fue el primero en descender por el agujero por el que se precipitó Lojo y se dio cuenta de lo delicado de la situación: «Baixáronme cunha corda, levaba unha vara dus sete metros para tratar de determinar a profundidade do pozo, pero non toquei fondo. O burato que se vía na superficie era de un metro de diámetro e pasei malamente, pero en realidade o pozo era duns catro metros. Cando estaba dentro e mirei para arriba vin que estaba recheo de cascallos e que aquilo era moi inestable e podía virse abaixo en calquera momento, díxenlles que se subiran con moito coidado e a verdade é que o pasei mal nese momento».

El pozo pertenecía a una antigua mina de estaño y wolframio que se había explotado durante la Segunda Guerra Mundial y que cesó su actividad en 1945. Entonces se selló con un piso de madera y escombros, pero el agua fuer horadando el terreno y pudrió la estructura hasta que esta cedió. La existencia de un manantial en la zona complicaba aún más los trabajos y los bomberos tuvieron que achicar 90.000 litros de agua para empezar a desescombrar. Pese a todo, los equipos de emergencia trabajaron siempre con la hipótesis de que el joven estaba con vida y se puso en marcha un amplio dispositivo en el que empresas privadas de la zona se pusieron a disposición de las autoridades para prestar su maquinaria y colaborar en la operación de rescate. «Conseguimos medios en moi pouco tempo, pero houbo que ir retirando os cascallos moi pouco a pouco. A esperanza que tiñamos é que ao caer conseguira meterse en algunha das galerías que tiña o pozo e estivera alí refuxiado».

A 12 metros

A medida que pasaban las horas las esperanzas iban decayendo y después de 34 horas de búsqueda se confirmaron los peores presagios. A unos 12 metros de profundidad encontraron a Óscar Lojo. Estaba boca abajo, aprisionado por piedras y escombro y fueron necesarias otras cinco horas de trabajo para lograr sacarlo a la superficie: «Foi unha actuación meticulosa, tiñamos que ir sacando cascallos pouco a pouco polo risco de derrumbes».

El pozo al que cayó el boirense -que se rellenó con piedras y hormigón tras el rescate- no era el único que quedó abandonado en la zona cuando cesó la explotación del wolframio. Después del trágico suceso que le costó la vida se inició una labor de inspección en toda la comarca encaminada a localizar y sellar cualquier orificio abierto en la tierra. Se localizaron cerca de un centenar de pozos, calicatas, galerías y otro tipo de vestigios relacionados con la actividad minera en lugares como Lampón, Coroño y Moimenta, en el término boirense. Se actuó asimismo en otros municipios de la zona, como Noia, Ribeira, Porto do Son y Lousame para cegar cualquier entrada a las minas.